Cuarentena y Cuaresma

Estos dos vocablos tienen la misma raíz, ambos hacen referencia a cuarenta. Desde el punto de vista religioso la Cuaresma, es decir, los cuarenta días de preparación a la Pascua, constituye un tiempo muy singular, que recientemente hemos comenzado a transitar. También en nuestra realidad se ha impuesto, por la pandemia, la cuarentena, ese tiempo, que si bien no llega a cuarenta días hace referencia a esta cifra. Se trata de dos realidades aparentemente sin conexión entre sí, pero a las que podemos encontrarles puntos en común. La Cuaresma cristiana refiere a los cuarenta días que Jesús, antes de comenzar su misión, estuvo en el desierto, y a su vez alude a los cuarenta años que el pueblo de Israel, una vez liberado de Egipto, pasó en el desierto antes de llegar a la tierra prometida. Es muy importante el significado que adquiere el desierto en la vida de los cristianos, pues es el lugar de la soledad, las tentaciones, los peligros, la desprotección, el cansancio y el desánimo. No es un lugar para vivir, es inhóspito, no hay caminos, allí se experimenta la fragilidad humana. Pero también puede ser un lugar de encuentro, pues esas condiciones hacen que la persona, sin nada que lo distraiga, pueda encontrarse consigo mismo en forma auténtica, y es un lugar privilegiado de encuentro con Dios, como lo fue para Jesús, para el pueblo de Israel y para tantos otros personajes bíblicos que tuvieron la experiencia del desierto. Pero el desierto no es solo un lugar físico, es también una situación existencial. En la pandemia no hemos ido al desierto, pero el desierto ha venido a nosotros, nos ha invadido. La soledad, el desánimo, la desesperanza, el cansancio, la fragilidad y desprotección que experimentamos es propio del desierto. Como en el desierto se deteriora nuestra condición humana en la medida que tenemos que dejar atrás proyectos, personas, etc. Visto de esta forma no es una experiencia muy positiva, de hecho hemos visto a muchos no soportar las condiciones que impone la pandemia. Sin embargo, bien utilizado puede ser un tiempo muy provechoso, ya que no siempre nos detenemos a reflexionar sobre nuestra existencia, y las situaciones de vulnerabilidad son especiales para ello. La Cuaresma para los cristianos es un tiempo privilegiado, en el que entrando en el desierto esperamos salir fortalecidos como salió Jesús y el pueblo de Israel luego de esa experiencia. La pandemia también es un desierto para transitarlo y salir fortalecidos, en la medida que sepamos responder adecuadamente a los desafíos que se nos presentan y aprovechemos para tomar conciencia de lo que somos, revalorizar nuestra relación con los demás y quizás con la realidad trascendente.

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