Ni Pelagio ni Lutero

Pelagio fue un Sacerdote Católico que decía que el ser humano es un ángel, prácticamente el pecado no lo infectó, es perfecto y estamos como en un “estado de justicia original”. Somos como ángeles que no tienen debilidad, que no existe una concupiscencia, no necesitamos de la gracia de Dios, basta la voluntad para ser bueno. Esto es un voluntarismo.

Hay otra Antropología Luterana, la del cisma de la Iglesia y luego el Protestantismo, que dice que somos malos por naturaleza, que no tenemos arreglo, que requerimos muchas reglas, muchas condiciones para vivir, porque si no, nos descarriamos a la primera de cambio.

Es increíble ver cómo estas dos visiones totalmente bipolares se ven en nuestra sociedad, en los trabajos, en las familias, en la política y la Iglesia, pues dicen que la virtud está en el medio.

Por un lado vemos la Antropología Pelagiana y todo lo que hace el hombre es absolutamente bueno, no necesita enmendarse. Esto ocasiona graves errores, por ejemplo en los procesos educativos, graves errores en la pedagogía y la educación y las instituciones educativas.

Por ejemplo, “todo lo que hace el niño es bueno”, “todo lo que piensa es bueno”, “no se le puede decir no, porque lo traumatizamos” Cualquier sentido que tenga el niño muchas veces se canoniza y se falla en establecer límites, porque solo lo hacemos a las personas que pueden hacer cosas malas.

Pero gran parte del aprendizaje del niño –si uno quiere que salga sano- serán límites. Es que el el trasfondo del problema del límite, es pensar que el límite me limita. Esto también viene de una pedagogía Freudiana del “haga todo lo que sienta, para liberar la libido” pero se cae rápidamente por su propio peso: Si yo siento que tengo que dormir todo el día y comer, porque siento no trabajar y estar satisfecho, probablemente me quede sin trabajo y me venga una enfermedad como la diabetes. En cambio, si yo opto por poner límite a mi sentir, para ir a esforzarme y trabajar, y no comer, para estar saludable, voy a tener tengo trabajo –y eso me da dignidad- y a su vez no me enfermo por no haber comido a demanda.
El límite paradójicamente da libertad, pero siempre en su justa medida, siempre hay alguno que lee este tipo de columnas y piensa “el autor quiere limitarnos, y encadenarnos, etc” No, no hay que escandalizarnos. No sirve la visión de Lutero de “somos malos por naturaleza, no tenemos arreglo” y por eso hay que poner muchos límites para encausar a las personas.

La Antropología Cristiana es bella porque dice: Ni Lutero, ni Pelagio, ni somos unos perversos pecadores que hacen que la gracia de Dios no nos ayude interiormente, solo como un recubrimiento, ni tampoco somos esos seres angelicales que tenemos todo bueno en nuestro ser.

Sería bueno ir desmarcándonos de estas visiones, en espacial la pelagianista, para llegar a mejor a un punto medio, en el que se hable de confesión, reconciliación, de conversión, de pecado, de gracia de Dios, de moral, de aborto, de matrimonio homosexual, de abusos de drogas, etc. “nadie enciende una lámpara y la cubre con una vasija, o la pone debajo de una cama, sino que la pone sobre un candelero para que los que entren vean la luz” Lucas 8:16

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