El exhuberante espectáculo de la salida de Donald Trump del gobierno, dejó en un segundo plano de atención lo que se viene para América Latina con la llegada de Joe Biden.
Hasta el día de sucesión, los medios de comunicación van a concentrarse en los movimientos del presidente saliente, sus eventuales “chicanas”, y las jugadas de los Demócratas por lograr que su despedida sea en medio de un segundo “impechment” o juicio político en el mandato de Trump.
Sin embargo, la continuidad del proceso de transición, consolidada en la madrugada del pasado 7 de enero bajo toque de queda al confirmar a Biden como nuevo mandatario -el martes 6 ocurrió la escandalosa toma del Capitolio por cuenta de un grupo de partidarios del Trump- parece aunar cada vez más voluntades en nombre de la estabilidad política del país.
Las señales son breves, pero contundentes.
Las primeras afirmaciones de Biden tuvieron un fuerte sabor de política pro-grupos identitarios, al destacar que las políticas públicas privilegiarán intereses de sectores étnicos, indígenas y mujeres.
La misma noche en que lo proclamaron presidente -una ceremonia formal, pero importante para la institucionalidad estadounidense- reclamó el ejercicio de mayor presión sobre Brasil.
El delegado demócrata designado como presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de los Estados Unidos, Gregory Meeks, dijo que “promoverá los derechos humanos en Brasil”, señalando que el nuevo gobierno de Biden necesita discutir con el presidente Jair Bolsonaro “la marginación de las comunidades afrobrasileñas, indígenas y LGTB +”.
“Hay un papel que todos deberían jugar, y si podemos ponernos de acuerdo y empezar a hablar y poner la misma presión sobre los ‘Bolsonaros del mundo’, creo que podemos tener un gran impacto”, aseguró el parlamentario estadounidense en entrevista con AFP (06.01.2020).
Meeks también pidió al nuevo gobierno Biden revisar la política de Washington sobre la dictadura venezolana, con un enfoque más “multilateral”.
“No podemos entrar y decir: ‘Este es su presidente’. No es nuestro papel sino el del pueblo venezolano”, aseguró en referencia a la presidencia nominal de Juan Guaidó.
Y de hecho, faltanto menos de una semana para que Biden asuma el gobierno su país, el actual usurpador de la presidencia del Parlamento de Venezuela, Jorge Rodríguez -electo con el ausentismo de la oposición política venezolana debido al fraude- propuso a Estados Unidos revocar sanciones, la reapertura de embajada, y la liberación de estadounidenses presos en Venezuela (entrevista de agencia de noticias AP).
La postura de Meeks está en consonancia con lo expresado a inicios de noviembre por Joe Biden, quien prometió “reunir al mundo” contra Brasil.
Esta no fue la primera vez que el candidato demócrata amenaza al gobierno de Bolsonaro por el tema amazónico.
Biden ha prometido unir al mundo contra el gobierno brasileño, para obligar a Jair Bolsonaro a “proteger la Amazonía”.
“El presidente Bolsonaro debe saber que si Brasil deja de ser un guardián responsable de la selva amazónica, mi administración (la de Biden, ndr) unirá al mundo para asegurar que el medio ambiente esté protegido”, prometió en marzo en una entrevista con el sitio web “Americas Quarterly”, pero publicada sobre noviembre.
En la entrevista, Biden garantizó que considera bastante grave la situación en la Amazonía, al pensar en la idea del “Nuevo Pacto Verde” -o “Green New Deal”-, una propuesta presente en su plataforma, heredada de un proyecto cuya iniciativa provino de la parlamentaria izquierdista radical Alexandria Occasio.
En septiembre pasado, Biden amenazó con imponer graves sanciones contra Brasil, si el gobierno no actúa en defensa de la selva amazónica.
Jair Bolsonaro es el único aliado de peso que resta declaradamente favorable a Trump, y el principal político de sus hijos, Eduardo Bolsonaro, colocó como avatar de su tuit una imagen del saliente presidente estadounidense.
De hecho, dos días antes de los incidentes en el Capitolio, Eduardo Bolsonaro, estaba invitado a la Casa Blanca por Ivanka Trump, a quien se la menciona como probable heredera del trumpismo.
Eduardo no solo es presidente de la comisión de relaciones exteriores del Senado brasileño y embajador de facto en Washington, sino que representa en América Latina a “The Movement”, especie de “internacional” del conservatismo radical creada por el estadounidense Steve Bannon.
La crónica citada por la revista digital conservadora brasileña, “Oeste”, indicó que tras la visita a Washington, Eduardo se habría reunido con el filosofo brasileño Olavo de Carvalho, principal gurú ideológico de la familia Bolsonaro, afincado en Virginia, Allan dos Santos, el fundador de “Terça Livre”, influyente medio en redes sociales con más de un millón de suscriptores en YouTube, y los hermanos Abraham y Arthur Weintraub, representantes de Brasil ante el Banco Mundial (BM) y la Organización de Estados Americanos (OEA).