Entre la grandeza y la miseria

Días pasados leía una anécdota muy interesante y edificante, que sucedió trescientos años antes de Cristo, cuyo protagonista es Alejandro de Macedonia. Se ubica en el momento cuando el gran estadista y conquistador cruzaba con su ejército el temible desierto de Gedrosia en Asia Central (hoy Pakistán), para combatir a los persas. Tras largas jornadas cargando con su armamento y faltos de agua, en un momento, como era de esperar, la tropa quedó agotada. Pero afortunadamente unos soldados pudieron recoger algo de agua en un oasis, con la que lograron llenar un casco, y se la llevaron a Alejandro. Ante la atenta mirada de sus cuarenta mil soldados, el jefe, sin beber un solo sorbo derramó el agua en la arena del desierto y expresó algo que ha quedado para la posteridad: “Demasiada para uno solo, demasiado poca para todos”. Es mucho más que una frase, representa la determinación de Alejandro de querer compartir la angustia de sus hombres, no defraudarlos, estampando en la historia un gesto de grandeza. Por eso, y por muchas otras cosas, se lo recuerda como Alejandro Magno –“El Grande”–. Saltándonos más de dos mil años, a la luz del testimonio de este gran estadista, fácilmente surge la comparación con los gobernantes de la actualidad. A veces cuesta encontrar gestos de grandeza, especialmente ante las necesidades de la población. Precisamente, en este momento, las vacunas contra el Covid19 representan lo mismo que el agua para aquella tropa exhausta, porque también hoy la ciudadanía, en el desierto de la pandemia, tiene la necesidad del elemento que le permita seguir con vida. Lamentablemente hemos visto en nuestro país hermano de Argentina que, ante la aparición de las ansiadas vacunas, el gesto del gobierno no ha sido precisamente de grandeza. Ha habido ciudadanos privilegiados por su investidura – cínicamente llamados “estratégicos”– que han recibido la vacuna antes que aquellos verdaderamente urgidos de dicho remedio. Pero esto lamentablemente ha sucedido también en otros países, en los que algunos “Alejandros” se han bebido parte del “agua” que no alcanza para todos los necesitados, ante la atónita mirada de sus súbditos. Hacemos votos y tenemos la confianza que, al iniciarse el plan de vacunación, eso no sucederá en nuestro país. Esperamos que, también en este aspecto, nuestros gobernantes dejen una impronta de grandeza frente a aquellos gobiernos que se alejan del ejemplo del gran Alejandro y se identifican peligrosamente con lo que escribía Víctor Hugo, me refiero a su novela “Los miserables”.

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