He recibido muchas noticias que me han marcado por y para siempre, pero no voy a compartirlas con los lectores porque el mundo está lleno de malos momentos y tristezas. No pretendo seguir sumándoles.
La mejor noticia, la que hasta hoy me llena el alma, fue cuando una amiga me contó del taller literario y me animó para que asistiera. Eso fue el año pasado.
No sé explicar lo que sentí, quizás muchos piensen que no es importante, pero para mí es la coronación a un sueño largamente acariciado y postergado que permanecía ajado en un rincón de mi mente y de mi corazón.
Desde la niñez aspiraba a poder contar en palabras los sentimientos, las cosas simples y cotidianas, darles una pincelada diferente acompañadas por el calor de la ternura que guía mi mano y me permite trasmitir, desde mi luz interior que tiene sed de versos, de poder contar la beldad de la naturaleza y todo lo que ella implica,
El primer día que asistí parecía una niña, aunque quisiera estar tranquila, estaba ansiosa,
Había mucho brillo en mis ojos y, al salir, no podía disimular la sonrisa y las lágrimas por haberme sentido por primera vez que allí estaba mi esencia, que era mi lugar en el mundo.
Oía hablar a la profesora con tal fluidez donde hay una rima en cada alma y donde nos contagia su entusiasmo que es invalorable
También mi familia se sintió y se siente feliz al ver mi entusiasmo y mis ganas de seguir viajando en mi mundo e imaginando historias, palpitando con cada amanecer.
Como el linyera llevo a cuestas mi maleta cargada de sueños y de luz de luna y, con el fuego encendido, sigo alimentándome noche a noche y día a día.
María Delia Rossi: Una buena noticia
