Miguel Pastorino plantea reparos éticos, jurídicos y sociales al texto aprobado en Comisión
Redacción CAMBIOS
El debate sobre la eutanasia volvió a ocupar espacios públicos en los últimos días, tras la aprobación del proyecto de ley en Comisión de Diputados y el cruce de columnas entre referentes como Álvaro Ahunchain y Silvia Lecueder. En una extensa reflexión publicada este jueves 24 de julio, el filósofo y docente Miguel Pastorino expresó su preocupación por la forma en que se está discutiendo el tema, advirtiendo sobre prejuicios, simplificaciones y falacias que —según sostiene— afectan la calidad del debate.
Pastorino responde a una alusión de Lecueder, quien en su última columna lo ubica entre quienes, desde una visión católica, “están peleados con la lógica”. Aclara que su postura no se basa en rechazar el deseo de morir o el derecho a decidir, sino en señalar riesgos concretos del proyecto actual. “No se puede juzgar el deseo de morir. No es esta mi discusión”, asegura, subrayando que su mirada se centra en los peligros de que personas vulnerables terminen empujadas a pedir la eutanasia por falta de garantías o por abandono.
Uno de los puntos más críticos del texto aprobado, señala Pastorino, es que el artículo 2 permite acceder a la eutanasia a personas con enfermedades crónicas o discapacidades, no solo en situación terminal. Además, alerta que no hay una evaluación psicológica obligatoria y que el proceso de revisión del caso se hace una vez fallecida la persona, lo cual —sostiene— atenta contra la prevención y el debido resguardo.
“El proyecto no exige que el paciente pase por Cuidados Paliativos, solo se le informa de su existencia”, advierte. Para Pastorino, hablar de libertad sin garantizar opciones reales es injusto: “No se trata de negar la libertad, sino de que esa libertad sea auténtica, protegida y no empujada por el abandono”.
A lo largo del texto, el autor insiste en que su planteo no es religioso, sino ético y político. Cuestiona que se etiquete como moralista a quien plantea reparos, y propone una discusión más profunda, sin apuros y con atención a las voces que alertan sobre consecuencias no deseadas.
Fuente: Diócesis Florida