El engaño de la llamada perdida
En los últimos años se ha expandido un fraude telefónico silencioso y peligroso: el Wangiri. Su nombre proviene del japonés y significa literalmente “una llamada y cortar”. El mecanismo es tan simple como efectivo: te hacen sonar el celular una sola vez y cuelgan antes de que contestes. La trampa está en la reacción del usuario: devolver la llamada.
¿Cómo funciona la estafa?
• Los estafadores utilizan números internacionales con prefijos desconocidos, muchas veces de países lejanos (ejemplo: +231, +252, +263).
• Tu teléfono registra la llamada perdida y, por curiosidad o preocupación, devolvés la llamada.
• Esa devolución no es gratuita: conecta con líneas premium de altísimo costo, similares a los números 0900.
• Cada minuto que permanecés en línea genera cargos internacionales que luego llegan a tu factura. Parte de ese dinero va directo a los delincuentes.
¿Por qué es tan efectivo?
El Wangiri explota dos cosas: la curiosidad natural de las personas y el temor a perder algo importante (alguien en el extranjero, una emergencia, un negocio pendiente). Basta con que una fracción de los llamados devuelva la llamada para que el fraude sea rentable.
Consecuencias para el usuario
La víctima suele enterarse recién al recibir su factura telefónica, que puede venir con cargos desproporcionados. En algunos casos se han reportado sumas de cientos de dólares por una sola llamada devuelta.
Cómo protegerse del Wangiri
- Nunca devuelvas llamadas a números desconocidos con prefijo internacional raro.
- Si la llamada sonó solo una vez, sospechá. Ese es el sello característico del fraude.
- Bloqueá el número en tu teléfono apenas lo detectes.
- Consultá el prefijo internacional antes de devolver: si no tenés contactos en ese país, no hay razón para llamar.
- Avisá a tu compañía telefónica: la denuncia permite que las operadoras tomen medidas de bloqueo a nivel de red.
- Compartí la información: cuanto más sepan los usuarios, menos víctimas habrá.
Un fraude global con impacto local
El Wangiri nació en Japón en la década del 2000 y hoy se ha extendido por todo el mundo, incluida América Latina. En Uruguay, la URSEC ha recibido reclamos por este tipo de llamadas, que forman parte del abanico de estafas digitales que acompañan la expansión del celular.
El Wangiri demuestra cómo una acción mínima —un timbre y cortar— puede convertirse en una trampa costosa. La clave para protegerse está en la información y en la prevención. Si no conocés el número, no devuelvas la llamada. Un minuto de duda puede ahorrarte una factura abultada y un disgusto mayor.
