Carta de lectores

Quiero expresar mi profundo malestar y preocupación por una situación que cada día se vuelve más insoportable: la enorme cantidad de perros sueltos en nuestras calles.

No es la primera vez que se señala este problema, pero pareciera que las autoridades, y también muchos dueños irresponsables, prefieren mirar hacia otro lado. Caminar por la ciudad se ha transformado en una experiencia riesgosa. En cada barrio, en cada cuadra, aparecen perros sueltos que, en el mejor de los casos, ladran y asustan, y en el peor, atacan. Los vecinos estamos cansados de vivir con miedo a salir de nuestras casas, de no poder caminar tranquilos con nuestros hijos, de evitar andar en bicicleta porque sabemos que nos van a correr o de no poder sacar a pasear a nuestras propias mascotas sin el riesgo de que las lastimen.
Este problema no se limita solo a las personas: también hay innumerables casos de perros que atacan a otros animales, que generan suciedad en las calles y que hasta provocan accidentes de tránsito al cruzarse de golpe por las rutas o avenidas. Son situaciones que se repiten una y otra vez, y que dejan en evidencia la falta de políticas serias de control.
Resulta inadmisible que los dueños dejen a sus perros sueltos, sin correa ni supervisión, como si la vía pública fuera un patio privado. Tener una mascota implica una responsabilidad: alimentarla, cuidarla, darle un lugar seguro y, sobre todo, evitar que cause daño a los demás. Sin embargo, lo que abunda es la irresponsabilidad, y la consecuencia la pagamos todos.
Cada ataque, cada accidente, cada persona herida por un perro suelto es una muestra más de que algo falla, y de que se sigue sin dar respuesta a un problema que afecta a toda la comunidad. Es un tema de seguridad pública y de convivencia ciudadana.
Reclamo, con firmeza, que se asuman las responsabilidades que corresponden. Si un ciudadano sufre una mordida o un accidente por culpa de un perro suelto, ¿quién se hace
cargo? ¿El dueño? ¿El Estado? ¿Nadie? No puede ser que la respuesta sea siempre la indiferencia.
Señores, los vecinos merecemos caminar tranquilos por nuestras calles, sin sentir que
salimos a un terreno hostil. Los perros sueltos no son “un detalle”, son un problema serio y urgente. Basta de excusas: hace falta control, compromiso y voluntad de resolverlo de una vez por todas.

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