El laicismo, un pésimo historiador

Días pasados se divulgó una producción audiovisual creada con inteligencia artificial que recrea la Declaratoria de la Independencia, del 25 de agosto de 1825. Nada llamaría la atención si no fuera que este video surge de Presidencia de la República. Cualquier producción con ese origen oficial y destinado al gran público se espera que esté inmune de errores, en este caso históricos, tanto en su texto como en sus imágenes.

Está muy bien utilizar la inteligencia artificial y su capacidad de crear contenidos, siempre y cuando esté detrás la inteligencia natural, corroborando que la operación que hace el programa informático, que emula la mente humana, haya razonado e interpretado correctamente.
Ello, precisamente, fue lo que claramente no pasó con el video en cuestión, donde se cuelan “errores” en el texto y en la imagen. Lo del texto puede haber pasado desapercibido y ser considerado una susceptibilidad. Se trata del momento en que llega a la Villa de San Fernando de la Florida el representante de Nuestra Señora de los Remedios (menos mal que le conservaron el nombre, aunque aclare que es Rocha), quien expresa que “por suerte” tuvieron un buen viaje. Es propio de la época, para referirse a algo favorable, utilizar la expresión “a Dios gracias”, como corresponde a un ambiente traspasado de sentido cristiano en el vocabulario y en las costumbres. El otro término es propio de nuestra época.
Pero lo principal está en la imagen, concretamente la del Pbro. Larrobla, presidente de la asamblea, a quien secularizaron en su vestimenta. Esto es mucho más importante como “error”, dada la potencia que tiene la imagen, y aquí no hay susceptibilidad posible, más aun tratándose, por su posición física e histórica, del protagonista del cuadro. No es ni siquiera probable que un sacerdote de esa época no usara su traje talar si era miembro del clero secular, como este caso, o su hábito religioso en caso de un miembro de alguna orden. Era impensable que un clérigo, y en esa circunstancia tan trascendente, se pudiera quitar su sotana.
No es la primera vez que esto sucede, pues en otras ocasiones, con otros clérigos, se ha intentado secularizar su apariencia, pero dada la procedencia del material, su masiva difusión y la trascendencia del hecho narrado, nada más y nada menos que en su bicentenario, este caso es grave. Retomando lo dicho anteriormente, la inteligencia artificial, con los elementos que tiene a mano, puede interpretar equivocadamente, pero detrás deberían estar los historiadores con el cometido de corregir cuando sea necesario.
Por eso, este hecho puede haber constituido un error de la inteligencia artificial, pero la inteligencia natural intencionalmente no lo quiso corregir. Pues, si fue un error, por qué no hubo disculpas públicas por esta agresión no solo al personaje religioso y la institución que representa, sino a la misma historia patria. En un caso similar y simultáneo Caetano pidió disculpas al Partido Colorado por su “error” de apreciación sobre la figura de Rivera. ¡Cuántos errores ante un mismo hecho en este bicentenario!
Lo cierto es que, sin afán de colocarme en posturas conspirativas, hay una matriz laicista que desearía borrar ciertos acontecimientos y personajes de la historia, pero esta es lo que es y no lo que a algunos le gustaría que hubiese sido. Claramente el laicismo, que a comienzos del siglo XX se impuso forzosamente como un elemento constitutivo de la nacionalidad, y existe en un elevado nivel en sangre uruguaya (no oriental), es un pésimo historiador y peor maestro de historia. Como ideología totalitaria, que se propone eliminar la religión de la escena pública allí donde aparezca, tiene la misión de apoderarse del pasado y modificarlo, para poder dominar el presente y el porvenir.
Pbro. Dr. Gabriel González Merlano

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