La abuela vivía en la capital. Tenía una enorme casa de estilo colonial del Montevideo antiguo, con puertas altas con vidrios y postigos.
Un largo pasillo la recorría desde un patio central hasta el fondo y terminaba en una puerta de roble que siempre estaba cerrada.
Por eso me despertaba una gran curiosidad sobre qué había detrás de la puerta.
Un día Elvira, la empleada, abrió y, sin que se diera cuenta salí.
Descubrí un patio con parral, galpones, frutales, canteros llenos de flores.
Pero fue grande mi sorpresa cuando vi una chancha que venía hacia mí para atacarme.
Corrí gritando hacia la puerta que estaba cerrada.
Elvira, al sentir mis gritos fue en mi auxilio.
Una vez en el pasillo y después del susto, comprendí porqué nunca estaba abierta la puerta.
Escritores Floridenses: «La puerta de roble» de Teresita Rodríguez
