El 1 de mayo, en una celebración que ya es una arraigada tradición, el Paiva se vistió de fiesta para conmemorar el Día de los Trabajadores con una jornada cargada de emoción y gratitud. Desde tempranas horas, el ambiente se impregnó del espíritu de camaradería y agradecimiento que caracteriza a esta emblemática institución.
El P. Gabriel Barilari, en un emotivo discurso durante la Eucaristía presidida por el Obispo Martín, rememoró los orígenes de esta festividad que se remontan a tiempos en los que el Paiva apenas daba sus primeros pasos. Los salesianos, junto a los vecinos, se unieron para criar sus primeros animales, y desde entonces, cada 1 de mayo se celebra con alegría y encuentro familiar.
Los estudiantes del Paiva, con la hospitalidad que los caracteriza, recibieron a los visitantes con tortas fritas y un tradicional fogón criollo, mientras mostraban con orgullo los talleres donde se forman en diversas áreas técnicas. La misa, con su entonación criolla y música proveniente de Durazno, fue el corazón de la celebración, donde se destacaron las palabras de exalumnos que compartieron su gratitud y experiencias de vida.
Las ofrendas, presentadas por los propios estudiantes, simbolizaron la cotidianidad en la institución, desde el estudio y el trabajo hasta la recreación y el compartir diario. La jornada culminó con un emotivo homenaje a los educadores, quienes recibieron el reconocimiento de todos los presentes por su dedicación y labor incansable en la formación de los jóvenes.
En esta ocasión especial, generaciones pasadas y presentes se unieron en un gesto simbólico al ofrendar la bandera del Paiva, recordando que el legado de Don Bosco perdura en cada paso dado dentro de esta noble institución, donde la educación y el trabajo son pilares fundamentales para construir un futuro prometedor.