Este año la edición del «Día del Patrimonio» se celebrará los días 2 y 3 de octubre bajo la consigna «Las ideas cambian el mundo», evocando la figura de José Enrique Rodó al cumplirse 150 años de su nacimiento.
Rodó fue un pensador, escritor y político uruguayo nacido en Montevideo en 1871, inspirador del legado cultural grecolatino que refleja su obra de mayor destaque. El 1900 publicó «Ariel», su obra más icónica inspiradora de una corriente cultural conocida como «arielismo», que en el continente americano reivindicó la singularidad del espíritu latinoamericano frente al utilitarismo y el positivismo de su época. «Ariel» es un ensayo que reivindica una suerte de aristocracia del espíritu, y pone en cuestión la vulgaridad y la emergencia de una visión masificada que puede derivar de algunas formas democráticas de poder.
Se ha dicho que el arielismo es una corriente de pensamiento basada en la creencia de que la civilización latina -simbolizada por Ariel- es espiritualmente superior frente a los valores del utilitarismo materialista de la sociedad anglosajona de principios del siglo XX -simbolizada por Calibán- figura rápidamente asociada a los Estados Unidos. Hay que recordar que con el final victorioso para los estadounidenses de la guerra que en 1898 ese país sostuvo con España -y que diera lugar a la emancipación de Cubacomenzó a imponerse una nueva hegemonía cultural sobre el continente basado en la perspectiva utilitarista de la sociedad estadounidense.
Y está claro que éste -siglo y cuarto después- no es un fenómeno ajeno a la época actual en que vivimos por varias razones. La derrota de España provocó que Cuba -una de sus últimas colonias- quedase bajo el influjo estadounidense y finalmente se convirtiese en una suerte de protectorado suyo, lo que terminó generando fenómenos tan particulares como el de Fidel Castro y toda su retórica antiimperialista, asunto que fue medular en la Guerra Fría y llega hasta nuestros días en sus continuadores.
El arielismo encarnó la reivindicación de una identidad latinoamericana basada en una espiritualidad inspirada en los ideales grecolatinos de belleza y cristiano de caridad, considerados ambos, sustrato indispensable para forjar una sociedad moderna. Esta corriente echó raíces entre autores de varias naciones americanas, entre las que destacan Argentina, Perú, Colombia, Venezuela y México, entre otros.
Quizás en su propio país fue donde el arielismo logró menor popularidad intelectual en los círculos dorados del pensamiento uruguayo, seguramente por mezquindades políticas, a pesar de que su obra integró por generaciones el acerbo cultural de la Educación Pública. Otro ensayo suyo que cobraría notoriedad fue «Liberalismo y Jacobinismo», recopilando en 1906 en formato libro una polémica pública mantenida en la prensa de la época en la que defendió la posibilidad de que hubiesen crucifijos en los Hospitales públicos, luego de que una disposición del presidente José Batlle y Ordóñez los proscribiera. Rodó fue electo Diputado por el Partido Colorado en dos ocasiones y en sus últimos años la relación con Batlle se fue agriando, por lo cual decidió marchar a Europa como corresponsal de la revista argentina «Caras y Caretas». Terminó sus días en Palermo, Sicilia.
Murió solo y minado por la tuberculosis en 1917, a la edad de 45 años. Un acierto que este año su figura y pensamiento pueda ser rescatado en este Día del Patrimonio.