La educación en Florida: un espejo de nuestra sociedad

Hablar de educación en Florida no es solo referirse a la enseñanza formal que se imparte en escuelas, liceos o universidades. La educación va mucho más allá de las paredes de un aula, y sus resultados —o sus carencias— se reflejan a diario en la vida ciudadana, en la convivencia entre vecinos y hasta en la manera de conducir un vehículo por nuestras calles.

Florida es un departamento con una larga tradición educativa, con instituciones que han formado generaciones de ciudadanos. Sin embargo, no podemos negar que algo se está perdiendo en el camino. A pesar de los esfuerzos de maestros y profesores, todavía vemos adolescentes que abandonan sus estudios, jóvenes que no encuentran motivación para formarse en oficios o carreras técnicas, y familias que muchas veces relegan la educación a un segundo plano. El discurso de que “la educación es la herramienta del futuro” parece repetirse una y otra vez, pero en los hechos no siempre se traduce en un compromiso real.
Y es aquí donde debemos detenernos: la educación no termina en los libros, ni en los exámenes. La verdadera educación se nota en el día a día. ¿De qué sirve aprender fórmulas o memorizar fechas si luego, en la vida en comunidad, no se respeta al otro, no se cuida el espacio público o no se cumplen las normas más básicas de convivencia?
El tránsito en Florida es un ejemplo doloroso de esa carencia. Cada día vemos peatones cruzando donde quieren, conductores que ignoran semáforos o motociclistas que circulan sin casco, sin matrícula, sin luces, sin nada. No es solamente una falta de controles: es un problema cultural, un déficit educativo que nos está costando vidas. El tránsito se ha convertido en el espejo más claro de cuán poco hemos avanzado en formar ciudadanos responsables.
La educación debe ser integral: formar mentes críticas, pero también corazones conscientes y responsables. No alcanza con que los niños y jóvenes pasen por el sistema educativo; necesitamos que ese tránsito deje huellas en su comportamiento ciudadano. Y allí la familia, la sociedad y los propios referentes políticos tienen tanto o más peso que los centros de estudio.
En Florida solemos enorgullecernos de nuestras raíces, de nuestra identidad y de nuestra historia. Pero esa identidad se construye cada día con gestos concretos: respetando la vida propia y la de los demás, entendiendo que las normas existen para protegernos y asumiendo que educarse es un proceso que nunca termina.
Porque al final del día, la verdadera educación no se mide por títulos colgados en la pared, sino por la forma en que vivimos juntos como sociedad.

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