El Papa a los líderes del mundo: “¡Encontrémonos, dialoguemos, negociemos!”
FLORIDA | DIÓCESIS – En el marco del Jubileo de las Iglesias Orientales, el Papa León XIV relanzó desde el Vaticano un enérgico llamado a la paz, apelando directamente a los líderes mundiales a silenciar las armas y buscar caminos de diálogo. En una audiencia celebrada el 14 de mayo en el Aula Pablo VI, expresó:
“La guerra nunca es inevitable. Las armas pueden y deben ser silenciadas, porque no resuelven los problemas, los agravan. Pasará a la historia quien siembre la paz, no quien coseche víctimas”.
En su encuentro con los fieles orientales, León XIV expresó su cercanía y aliento, reafirmando la disponibilidad de la Santa Sede para facilitar espacios de encuentro entre enemigos. “Con el corazón en la mano, digo a los responsables de los pueblos: ¡encontrémonos, dialoguemos, negociemos!”.
El Papa recordó especialmente los múltiples escenarios de conflicto —Tierra Santa, Ucrania, Líbano, Siria, Tigray, el Cáucaso—, donde las comunidades cristianas orientales han sufrido enormemente. Llamó a estos pueblos a brillar con fe, esperanza y caridad, y aseguró que la Iglesia no cesará de repetir:
“¡Que callen las armas!”
Las Iglesias orientales, un tesoro en riesgo
León XIV también rindió homenaje a las tradiciones litúrgicas y espirituales del Oriente cristiano, destacando su valor inestimable y el peligro de su pérdida en la diáspora. Citando a León XIII, el Papa reafirmó la necesidad de preservar el patrimonio de estas Iglesias, incluso en los países occidentales donde muchos han debido emigrar. Solicitó al Dicasterio para las Iglesias Orientales medidas concretas que ayuden a mantener vivas sus tradiciones.
Una Iglesia sin honores ni poder
Al cerrar su discurso, el Pontífice exhortó a los pastores de las Iglesias orientales a evitar toda dependencia mundana, vivir con humildad y promover la comunión.
“El esplendor del Oriente cristiano exige, hoy más que nunca, liberarse de toda tendencia contraria a la comunión. La Iglesia los necesita”.
Desde Roma, León XIV volvió a encender una luz de esperanza en un mundo atravesado por la violencia, recordando que la paz no es utopía, sino un derecho y un camino que debe comenzar por la voluntad de encontrarse.