Estas palabras finales [“Y todas las personas verán la salvación de Dios”] son muy exactas, no sólo para significar la universalidad de la misión de Nuestro Señor Jesucristo, sino también la actitud de los hombres en relación a Él, libres que son para aceptarlo o rechazarlo y, en vista de eso, obtener la salvación o la perdición eterna. Esa es la razón por la cual San Juan Bautista no dijera que todos se salvarán, como comenta el padre Duquesne: “El Salvador, enviado de Dios, vino para todos los hombres y fue anunciado a todos los hombres; no obstante, no todos lo reconocerán y lo seguirán. Pero vendrá el día en que todos lo verán como su Juez”. [18]
Finalmente, volviendo al problema de la felicidad, al cual nos referíamos al inicio, podemos ver la conversión predicada por el Precursor [San Juan Bautista] como un farol seguro para iluminar el recorrido para lograr el éxito en la búsqueda de ese tesoro deseado por todos nosotros, pues el objetivo de cada una de las enseñanzas se reduce a uno solo: hacer que el hombre viva en función de Dios y no de sí mismo.
Dios nos llevará hasta el final
El Evangelio de este 2º Domingo de Adviento, al mostrarnos la estrecha relación entre la conversión y la felicidad, nos propone un desafío. Por un lado, comprendemos la necesidad de poner en práctica las amonestaciones de San Juan Bautista, reformándonos espiritualmente. De otro, nos pesan las consecuencias del pecado original y de nuestros pecados actuales, y vemos cuán incapaces somos de llevar a cabo una reforma interior sin la fuerza de la gracia de Dios. ¡No conseguimos siquiera hacer digna penitencia por nuestras faltas! Es el desafío de la santidad, ante el cual se encuentra todo cristiano. Nos corresponde no desanimar nunca, sino creer con fe robusta que Él, habiendo comenzado en nosotros esa buena obra, la llevará a la perfección, según escribe San Pablo a los Filipenses en el pasaje escogido para la lectura de este domingo. (cf. Fi 1, 6). Tal obra se inicia con el Bautismo, cuando Dios introduce en el alma la gracia, haciéndola participar de la vida divina. Como una semilla, debe desarrollarse durante toda la existencia, «hasta alcanzar en cada uno de nosotros la plenitud que corresponda al grado de nuestra predestinación en Cristo». [19]
Hay obstáculos, sin embargo, que impiden su desarrollo… Son los montes, valles y demás sinuosidades colocadas por el propio hombre en el terreno de su alma, donde la gracia debería crecer. El deseo de quitar tales obstáculos, el empleo de todos los medios a nuestro alcance para eliminarlos y, sobre todo, la confianza en la omnipotencia divina son la contribución que la Providencia espera de nosotros en esta obra de perfección, cuyo autor y consumador es el propio Dios.
Como aliento de nuestra esperanza, volvamos nuestra mirada hacia la Santísima Virgen, Auxilio de los Cristianos, que a cada instante intercede por nosotros junto a su Divino Hijo. Todos los dones recibidos por nosotros nos fueron alcanzados por su mediación.
Ahora bien, «Ella no puede ser la Señora de las obras inacabadas. Ella es la Señora de las construcciones terminadas, de las grandes obras llevadas a término», [20] afirma con unción el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira. Nos queda, pues, abandonarnos a los maternales cuidados de María Santísima, seguros que Ella misma se encargará de conducir a la plenitud este osado emprendimiento de hacernos perfectos así como el Padre celestial es perfecto (cf. Mt 5, 48). ◊
[18] DUQUESNE. L’Évangile médité. Paris: Victor Lecoffre, 1904, v. I, p.115.
[19] ROYO MARÍN, OP, Antonio. Somos hijos de Dios. Madrid: BAC, 1977, p.91.
[20] CORRÊA DE OLIVEIRA, Plinio. Conferencia. São Paulo, 14 junio 1995.
Fuente: Mons. João Clá Dias in “Lo inédito sobre los Evangelios” Vol. III, editorial Editríce Vaticana.Monseñor João S. Clá Dias,EP es fundador de los Heraldos del Evangelio.
Preciosas palabras, de gran seriedad, pero sobre todo de esperanza para todos nosotros. Como dice Monseñor Joao Clá, debemos que confiar siempre en el auxilio de la Santísima Virgen.
En cada época, en cada siglo o si quieres, en cada era, Dios suscita vocaciones con un especial discernimiento sobre la acción del bien y del mal en la sociedad. Mons. João es uno de estos. Felicidades por esta iniciativa!
Son artículos espléndidos, los leo siempre.
Gracias por publicar, este tipo de contenidos son los que hacen falta.
Muchas gracias, palabras llenas de sabiduría que nos ayudan a mejorar y permanecer firmes en la Fe.
Que bueno que Uds publiquen artículos como este, felicitaciones!
Gracias, por un Articulo con tanto contenido, nos deja con la Esperanza, y aumenta nuestra Fe..!!
Me da una gran alegría que Monseñor Joao Clá tenga un espacio en Diario Cambios. ¡Gracias por publicar y compartir!
¿Quién salvará al hombre “moderno” de nuestros días, que está espiritualmente exiliado de Dios, lo que es mucho más grave que estar físicamente exilado de Jerusalén? Solo la Virgen María, como lo dice Monseñor Juan.
“Y todas las personas verán la salvación de Dios” Somos todos Juanes Bautistas. Gracias por nos enseñar el camino. Muy bueno el articulo. Enhuerabuena
Muy buena reflexión sobre el Evangelio de este domingo. Me encantó!!!