Señor Director:

Con profunda indignación vuelvo a escribir, una vez más, sobre un tema que ya deberíanestar en vías de solución, pero que lamentablemente empeora cada día: el tránsito enn nuestra ciudad. El descontrol es total y la sensación de impunidad se respira en cada esquina.

Las motos son, sin lugar a dudas, las principales protagonistas del caos. Circulan sin casco, muchas veces con dos o tres pasajeros, incluidos niños pequeños; pasan
semáforos en rojo como si no existieran, zigzaguean entre autos y peatones, hacen ruidos ensordecedores con escapes adulterados y hasta circulan en contramano. No solo se ponen en riesgo ellos mismos, sino que convierten la vía pública en una trampa mortal para cualquiera que intente transitar con normalidad.
Pero no son las únicas responsables. También los automovilistas se suman al desorden: estacionan en lugares prohibidos, ocupan las rampas para discapacitados, bloquean los pasos peatonales, se suben a las veredas y, en más de una ocasión, circulan usando el celular sin prestar atención. La falta de respeto hacia las normas y hacia los demás es cada vez más descarada.
A esto se agrega el fenómeno de los monopatines eléctricos, que surgieron como una alternativa moderna y práctica, pero que hoy se usan sin ningún tipo de regulación ni control. Los vemos circular por las veredas a gran velocidad, cruzando entre personas
mayores, niños o madres con cochecitos, como si el espacio público fuera una pista de carreras. Un verdadero peligro que parece invisible para las autoridades.
Lo más indignante no es solamente la conducta irresponsable de quienes manejan, sino la absoluta pasividad de quienes deberían poner orden. La Intendencia, la Policía de Tránsito, las autoridades competentes: todos brillan por su ausencia. Los controles son escasos, las sanciones inexistentes y la sensación que queda es que cualquiera puede hacer lo que quiera porque no habrá consecuencias. Y así estamos: naturalizando el caos, esperando el próximo accidente grave para lamentarnos.
No se trata de exageración, se trata de hechos: accidentes de tránsito ocurren todos los días, y muchos de ellos son totalmente evitables si hubiera un mínimo de control y de respeto por las normas. ¿Cuántas vidas más tienen que perderse para que se tomen medidas serias?
Las campañas de concientización son importantes, sí, pero no alcanzan. Hay que actuar con firmeza: retirar de circulación las motos que circulan ilegalmente, aplicar multas que realmente duelan, fiscalizar los autos que ocupan lugares indebidos y regular de inmediato el uso de monopatines eléctricos. De lo contrario, seguiremos alimentando un círculo de desorden y tragedia.
Exijo, en nombre de tantos vecinos que comparten esta preocupación, que las autoridades asuman de una vez por todas la responsabilidad que les corresponde. El tránsito no es un tema menor: es una bomba de tiempo que cada día pone en riesgo la vida de cientos de personas. Basta de mirar para otro lado.

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