Estoy harto. Harto de vivir con miedo, harto de escuchar promesas vacías que se repiten como
un disco rayado, harto de sentir que quienes deberían protegernos miran para otro lado mientras
nuestras calles se llenan de delincuencia. Salir a la calle hoy es un acto de valentía, no de
normalidad. Cada esquina puede ser un riesgo; cada parque o descampado, un escenario de
violencia que nos roban a todos: nuestra tranquilidad, nuestra paz, nuestro derecho a vivir sin
temor.
No se trata solo de noticias que pasan de largo en la televisión o de estadísticas que parecen
cifras abstractas. Se trata de los vecinos que han sufrido robos acá en Florida dentro de sus
propias casas, de niños que no pueden jugar en la plaza sin que un delincuente los observe, de
ancianos que son atacados mientras solo intentan caminar. Se trata de comercios que cierran
temprano porque no hay seguridad, de ciclovías y calles que se han convertido en trampas
mortales, de motociclistas y autos que corren como si la vida de los demás valiera nada.
Es indignante que nuestras autoridades hablen de planes y comisiones mientras nosotros, los
ciudadanos, tenemos que reforzar nuestras puertas, instalar alarmas, caminar en grupo, evitar
ciertos barrios y mirar detrás de nosotros a cada paso. La sensación de abandono es aplastante.
La seguridad no puede ser un lujo para quienes pueden pagarla: es un derecho básico,
fundamental, innegociable.
Exijo medidas urgentes, efectivas y sostenibles: patrullaje constante, iluminación en todos los
barrios, control real de los vehículos y motocicletas fuera de control, sanciones severas y, sobre
todo, un compromiso verdadero de quienes gobiernan y administran la seguridad pública. Basta
de excusas, basta de estadísticas maquilladas, basta de discursos que no salvan vidas.
Los ciudadanos merecemos vivir sin miedo. Merecemos volver a mirar a nuestros hijos mientras
juegan en la calle sin sentir que algo terrible podría pasar en un instante. Merecemos recuperar
nuestras plazas, nuestras calles y nuestra confianza en que la justicia funciona.
No aceptaremos que la indiferencia siga siendo la respuesta oficial. ¡Ya basta!