Una turbulenta noche azotó Florida, dejando a su paso un rastro de destrucción que ha movilizado a las autoridades locales y nacionales en un esfuerzo por brindar asistencia y seguridad a los afectados. La turbonada, con rachas de viento de hasta 113 kilómetros por hora, provocó inundaciones, voladura de techos y caída masiva de árboles.
El reporte indica que más de 50 árboles fueron derribados en la capital departamental, acompañados por la voladura de techos, cortes de energía eléctrica y daños en infraestructuras importantes como el liceo local y el laboratorio del hospital. A pesar de la magnitud del evento climático, no se registraron heridos, pero sí numerosas personas desplazadas de sus hogares.
Las operaciones de emergencia están en pleno apogeo, con el Centro Coordinador de Emergencias Departamentales (CECOED) trabajando junto a bomberos y otras instituciones para evaluar y abordar los daños. La situación se agrava con el crecimiento del río Santa Lucía Chico, lo que ha llevado a la evacuación preventiva de zonas vulnerables.
El presidente del Sistema Nacional de Emergencias (SINAE), Santiago Caramés, ha estado en comunicación con las autoridades locales, coordinando la respuesta y enviando suministros de emergencia hacia la zona afectada. Se han reportado acumulados significativos de lluvia en las últimas 24 horas, lo que agrega complejidad a la situación.
En medio de la crisis, la solidaridad y la coordinación son fundamentales. Las autoridades instan a la población a mantenerse informada y seguir las indicaciones de seguridad. La comunidad se une en un esfuerzo conjunto para enfrentar los desafíos que deja esta tormenta inesperada.
Se espera que los equipos de respuesta continúen trabajando en la evaluación de daños y la asistencia a las personas afectadas en las próximas horas. La prioridad es garantizar la seguridad y el bienestar de todos los habitantes mientras se enfrentan los desafíos provocados por esta emergencia climática.