OSE presentó avances del proyecto de la represa en Casupá: vecinos divididos entre la esperanza de desarrollo y el temor al desarraigo
Redacción de Cambios
Unas 60 personas participaron en el liceo local de un encuentro informativo encabezado por el presidente de OSE, Pablo Ferreri. La obra, que comenzaría en 2027 y se prevé culminar en 2029, genera expectativas de empleo y crecimiento, pero también fuertes cuestionamientos por los desplazamientos y el impacto ambiental.
En el liceo de Casupá se desarrolló una instancia informativa sobre el proyecto de la represa, convocada por OSE y liderada por su presidente, Pablo Ferreri. La actividad reunió a unas 60 personas que expusieron con franqueza sus posturas, en un clima de respeto pero de marcado contraste entre quienes ven en la obra una oportunidad histórica para la localidad y quienes la consideran una amenaza directa a sus hogares y a la producción rural.
Por un lado, vecinos como Claudia Fernández expresaron un fuerte respaldo al proyecto, convencidos de que traerá progreso. “Cazupá lo estaba esperando hace mucho tiempo, sobre todo por el desarrollo económico que va a haber acá, sin dejar de pensar en lo ambiental”, señaló. La vecina destacó que la construcción podría asegurar mejoras en los servicios de salud y educación, además de 700 puestos de trabajo que, según expresó, serían fundamentales para una comunidad con escasas oportunidades laborales.
En la misma línea, José Luis Sánchez remarcó que el proyecto daría dinamismo a la vida local: “Estoy de acuerdo porque va a salir trabajo para la gente, para que se mueva el pueblo y se vea otro Cazupá”, dijo, y consideró que las resistencias responden en parte a intereses políticos.
Sin embargo, no todos compartieron esa visión. Eber Martínez, productor de la zona, fue categórico en su oposición. Explicó que tanto él como unas 80 familias quedarían afectados por el embalse y que ello implicaría perder los campos heredados de sus abuelos y padres. “Es lo único que les voy a dejar a mis hijos y ahora me lo quitan. Nos van a tapar los mejores campos, los que sirven para producir”, afirmó con indignación.
Otro vecino, Francisco Alpuin, se mostró escéptico respecto a la eficacia de la represa. Según su visión, el arroyo y el propio río Santa Lucía han mostrado caudales insuficientes en épocas de sequía, lo que pone en duda el éxito de la obra. “Para mí va a ser un gasto, pan para hoy, hambre para mañana”, resumió.
El presidente de OSE, Pablo Ferreri, destacó la importancia de la jornada como parte de un proceso de intercambio que continuará en el tiempo. Recordó que la obra forma parte de una decisión de gobierno y que ya se firmó un convenio con la CAF para iniciar estudios técnicos detallados, incluyendo relevamientos de padrones y análisis ambientales, sociales y patrimoniales.
Ferreri aclaró que las expropiaciones están previstas para 2026, con margen para que la toma de posesión de muchos terrenos se realice recién en 2029, cuando el embalse comience a llenarse. “Eso dará tiempo a los productores a adaptarse a la nueva situación”, aseguró. También adelantó que se utilizarán drones para actualizar imágenes de cada predio y que se profundizará el estudio de impacto ambiental junto al Ministerio de Ambiente.
Más allá de las diferencias, la reunión dejó en evidencia la tensión entre dos miradas: la de quienes esperan que la represa se convierta en motor de crecimiento y la de quienes sienten que el costo social y productivo será demasiado alto.
El debate, que ya lleva años, se reavivó con esta nueva instancia de participación, y todo indica que seguirá marcando la vida de Casupá en los próximos años, mientras avanza la planificación de una de las obras de infraestructura más grandes que el gobierno proyecta para la zona.
