ARACELI FAGGIANI: La 006

Aquí estoy, sufriendo; ahora creo que por última vez, que de esta no salgo. Pensar que hace tiempo que voy y vengo a los doctores y nadie me sabe decir qué tengo. Si hará años que todos me conocen por la “cero cero seis”. Solo cinco personas se habían anotado antes que yo en la mutualista, hace treinta años. Desde entonces tengo dolores, y ahora este, que me empieza en los brazos, me sigue por el pecho, me llega al estómago, se me corre a la barriga y llega hasta los ovarios. Cada vez se me corre más. Por suerte todavía tengo bien las piernas; no sé por cuanto tiempo. Y esa manía que tiene todos de no dejarme hablar. Si no hablo, ¿cómo saben lo que tengo? Además, todo termina igual: con remedios para los nervios. Si yo no estoy nerviosa. Bueno, nerviosa estoy; por los dolores y por mi viejo. Mi viejo insiste “¡Me muero! Poneme el oxígeno”. ¡Pero, no deja de fumar! Ya le dijo la doctora: “cigarro y oxígeno juntos no”. ¡Va a explotar! De día duerme, de noche ¡jode! Que el oxígeno, que el baño, que el remedio. ¡Ya no puedo vivir así! Bueno, ya llegué a la consulta. Está calentito acá ARACELI FAGGIANI adentro, porque afuera ¡hace un frío…! Acá no me siento porque está señora se cree que está más enferma que yo; con ella no se puede hablar. Esta joven no parece muy enferma; me siento acá. Hoy me anoté para otro médico, aunque ya me van quedando pocos. Y a ese grosero que puso en la historia que leí, cuando me la dieron para llevar, “Me tiene los huevos llenos” no voy ni loca. No parece doctor. ¿Dónde estudió? Esta doctora, por lo menos me mandó los análisis y los estudios nuevos. ¡Algo tengo que tener! Pero si me dice que no me encuentra nada, tendré que ir a otro. Porque así, en cualquier momento, me muero.

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