La Comunidad de Fray Marcos celebró el Domingo de la Alegría con tres motivos: la Confirmación de cinco adultos, la segunda comunión de once niños y el retorno de las imágenes de la Virgen de los Treinta y Tres al templo parroquial.
«Cuando los confirmandos se pusieron de pie y dijeron «Aquí estoy» lo dijeron al Señor, «Aquí estoy, mandáme a mí, he decidido ser tu testigo en el mundo.» Para ser testigos de Jesús tenemos que estar dispuestos a renuncias y entregas, y ellos lo van a expresar delante de todos, para que sepamos su decisión y para que pidamos a Dios que envíe su Espíritu, porque nuestra fragilidad hace que muchas veces dudemos. Mandános tu Espíritu para fortalecer nuestro ser testigos.» (De la Homilía de Mons. Martín)
Todo el rito tiene una doble significación. Por la imposición de las manos sobre los confirmandos, hecha por el Obispo y por los sacerdotes concelebrantes, se actualiza el gesto bíblico, con el que se invoca el don del Espíritu Santo de un modo muy acomodado a la comprensión del pueblo cristiano. En la unción del crisma y en las palabras que la acompañan se significa claramente el efecto del don del Espíritu Santo. El bautizado, signado por la mano del Obispo con el aceite aromático, recibe el carácter indeleble, señal del Señor, al mismo tiempo que el don del Espíritu, que le configura más perfectamente con Cristo y le confiere la gracia de derramar «el buen olor» entre los hombres.» (Ritual de la Confirmación)