Mons. Martín presidió la Santa Misa de las 8 de la mañana. Lo acompañaron los padres Hernando, Juan y Pablo, el diácono Luis y una multitud.
En la homilía invitó a los presentes y a quienes siguen por los medios locales la celebración a darnos cuenta de que la vida y la fe no van por caminos diferentes. La fe sin vida no es lo que Jesús quiere para nosotros. Y la vida sin fe se torna triste y opaca. También motivó a que reflexionemos sobre la vocación que tenemos los cristianos de anunciar la vida nueva en Jesús y pidió por una sociedad más fraterna, más unida en que se respete la dignidad de todas las personas. “Salimos a las dos de la mañana desde Paysandú” comentó una mujer. En grupo, con sillas playeras, descansaba frente a la capilla de Rodó 150. Es sólo un testimonio de los miles de turistas y peregrinos que visitan hoy la ciudad de Florida.
Los mueve la devoción al santo floridense, los pedidos y los agradecimientos. La religiosidad está presente, mucho más de lo que suponemos desde nuestros presupuestos culturales. Si por momentos en Uruguay la manifestación pública de religiosidad parece poco visible, similar al juego infantil “¿Dónde está Wally?”, hoy en Florida, la expresión de esta dimensión humana es masiva y explícita.
Los “turigrinos” manifiestan su búsqueda más profunda de sentido en la vida. Y también pasean por la feria, comparten mucho mate y alimentos, conocen la Catedral y el Prado de la Piedra Alta, aguardan por la procesión. San Cono es un símbolo de identidad floridense y una ocasión de identidad religiosa popular para los uruguayos, donde se encuentren.