El frigorífico Florida cambia de manos: ¿esperanza o déjà vu?

Mientras se anuncia la llegada del Grupo Saturno S.A. con promesas de trabajo y reactivación, también surgen voces que advierten sobre riesgos conocidos. La historia reciente del frigorífico vuelve al centro del debate.

El pasado 16 de mayo se confirmó un nuevo capítulo en la historia del frigorífico Florida: el Grupo Lequio concretó la venta de la planta al Grupo Saturno S.A., que asume la representación comercial y operativa del establecimiento, con el objetivo de integrarlo a su red de producción. La noticia fue celebrada por referentes políticos del oficialismo departamental, como el diputado nacionalista Álvaro Rodríguez Hunter, quien expresó: “Seguiremos trabajando para generar más fuentes de trabajo para Florida”, destacando el trabajo conjunto con el exintendente Carlos Enciso.

El comunicado oficial (Comunicado conjunto del Grupo Lequio y Abasto de Carnes Saturno S.A., emitido el 16 de mayo de 2025.) emitido por ambas partes reconoce el esfuerzo de los colaboradores que ayudaron a levantar una planta que en 2023 estaba paralizada, y que hoy posee capacidad de exportación a destinos clave como China y Europa. A su vez, se señala que Grupo Lequio concentrará sus operaciones en Argentina, donde ya tiene tres frigoríficos funcionando.

Sin embargo, no todas las voces fueron de entusiasmo. El dirigente colorado Esequiel Ibarra compartió en redes sociales un análisis crítico del anuncio: “La carne uruguaya es cara y escasa. Los productores se vuelcan al ganado en pie para hacer caja rápida. ¿Resultado? El modelo de negocio es frágil, y los trabajadores quedan expuestos.”

Ibarra comparó el ingreso del Grupo Saturno con otros antecedentes fallidos, como Clademar S.A. en 2010 y capitales extranjeros en 2018, señalando que detrás de las sociedades anónimas pueden esconderse operaciones sin compromiso a largo plazo: “¿Cuánto le doy a esto? Dos años, con suerte. Después, otra vez el seguro de paro para los trabajadores.”

Florida, entonces, asiste una vez más a un juego de expectativas cruzadas. Por un lado, la posibilidad real de empleo y continuidad para una planta clave en la economía local. Por otro, la sombra de ciclos ya vividos
Ibarra concluyó diciendo: “Ojalá me equivoque.”

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