Dios es increíble, realmente puede hacerlo todo, basta solo un pensamiento divino para que se cumpla cualquier cosa. Y así nos ayuda permanentemente en nuestras vidas, nos asiste con su gracia en la dificultad y en la alegría, y también cuando no estamos en dificultad ni en la alegría.
Muchas veces ni siquiera detectamos la gracia de Dios, porque ésta es permanentemente. Un día soleado, una rica comida en la mesa, una familia, una amistad, creer en Él, rezar, ir a Misa, tener trabajo, poder estudiar, poder caminar, poder ver, poder sentir y pensar, todo es una gracia de Dios.
Es más fácil contar las cosas que no podemos hacer que las que sí podemos: Sin Dios no podemos hacer nada. Incluso Dios dota de existencia a la creación, esto quiere decir que si Dios dejara de pensar un segundo, al instante todo deja de existir. (Esto lo decía Santo Tomás de Aquino en la Suma Teológica)
Pero hay un milagro que Dios no puede hacer solo… este milagro es creer en Él, tener fe. ¿Por qué? Porque Dios respeta el libre albedrío, la libre decisión de cada uno. Entonces el milagro más grande de Dios es la conversión de una persona, que consentidamente dirá: ¡Creo en Dios! Dios no obliga a nadie, así es el verdadero Amor, que da libertad a sus hijos.
Muchas veces las papas queman y le pedimos a Dios ese milagro, quiero que sepas querido lector que ese milagro Dios lo puede hacer al instante. Solo basta un pensamiento divino. A Dios no se le agota la gracia, no es como una barrita de energía que cuando se acaba se terminaron los milagros. Dios lo puede hacer una y otra vez siempre y cuando Él quiera.
Pero querido lector, Él también quiere tu conversión. Por eso, muchas veces, en la vida pasan cosas, que son grandes oportunidades para estar cerca de Él y convertirnos más, de acercarnos. A veces perdemos estas oportunidades y terminan siendo sufrimientos sin sentido. ¡Que derroche un sufrimiento sin sentido! Todavía que uno lo padece, ni siquiera sirvió para acercarme a Dios.
Hoy es martes y es un buen día para convertirnos un poco más, poner de nuestra parte, confesarnos, hacer un buen propósito de enmienda, mejorar en la oración, visitarlo a Él en el Sagrario, orar en casa con mi familia, cambiar las actitudes malas, ponerme las pilas, etc. Todo esto es parte de tener más conversión.
Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna”.