Los ciberataques aumentan sin pausa y afectan tanto a organismos públicos como a empresas y usuarios comunes. En el primer semestre de 2025 se registraron 17.015 incidentes de seguridad, lo que equivale a un ataque cada quince minutos. Expertos advierten que el país enfrenta un desafío urgente en materia de ciberseguridad.
Uruguay atraviesa un escenario digital cada vez más complejo. Los datos divulgados recientemente por el Centro Nacional de Respuesta a Incidentes de Seguridad Informática (CERT.uy) revelan una cifra alarmante: en solo seis meses se detectaron 17.015 incidentes de seguridad informática, lo que equivale a un hackeo cada quince minutos. Detrás de esos números hay ataques que van desde simples intentos de acceso no autorizado hasta robos de datos, suplantaciones de identidad y extorsiones digitales.
El crecimiento de los ataques informáticos no es casual. Cada vez más servicios, trámites y operaciones cotidianas se realizan en línea, lo que amplía el campo de acción de los delincuentes digitales. En los últimos años, el país ha impulsado fuertemente la digitalización del Estado y la adopción de plataformas electrónicas en el sector privado, pero la seguridad no siempre ha crecido al mismo ritmo.
Según los informes del CERT.uy, las modalidades más frecuentes de ataque son el phishing (engaños a través de correos o mensajes falsos para obtener datos personales), el ransomware (bloqueo de información a cambio de un rescate económico) y las intrusiones en servidores o sitios web. También se registraron múltiples intentos de suplantación de identidad, especialmente dirigidos a organismos del Estado y empresas de servicios.
Las consecuencias no son menores. Cuando un sistema público o una empresa privada sufre un ataque, no solo se pone en riesgo información sensible, sino también la confianza de los ciudadanos y clientes. En algunos casos, los ataques paralizan servicios esenciales, como trámites en línea, turnos médicos o cobros electrónicos.
Los expertos en seguridad informática señalan que los delincuentes cibernéticos actúan cada vez con más sofisticación. Utilizan inteligencia artificial para falsificar identidades, crear mensajes casi indistinguibles de los reales y automatizar intentos de acceso. Además, aprovechan cualquier descuido humano, como contraseñas débiles, redes Wi-Fi sin protección o dispositivos desactualizados.
En Uruguay, aunque existen organismos dedicados a la prevención y respuesta de incidentes, los recursos siguen siendo limitados. El propio CERT.uy funciona como centro de referencia, pero la demanda crece más rápido que su capacidad operativa. La situación ha llevado a insistir en la necesidad de fortalecer la formación en ciberseguridad, tanto en el sector público como en el privado.
El impacto también llega a los usuarios comunes. Cada día, miles de uruguayos reciben mensajes falsos que imitan a bancos, plataformas de pago o instituciones del Estado. Muchas personas, por desconocimiento o confianza, terminan entregando datos personales o financieros. Los ciberdelincuentes aprovechan esos errores para vaciar cuentas, realizar compras o vender la información en la web oscura.
Ante este panorama, los especialistas recomiendan adoptar hábitos digitales más seguros: no abrir enlaces sospechosos, mantener las contraseñas actualizadas, activar la verificación en dos pasos y evitar conectarse a redes públicas sin protección. También destacan la importancia de que las empresas y organismos actualicen sus sistemas, realicen copias de seguridad frecuentes y capaciten a su personal para detectar intentos de fraude o intrusión.
La ciberseguridad dejó de ser un asunto técnico para convertirse en una cuestión social y económica. Los ataques informáticos generan pérdidas millonarias, interrumpen servicios y afectan la reputación de instituciones. Uruguay, al igual que muchos países, se enfrenta al desafío de proteger sus datos en un entorno cada vez más digitalizado, donde la amenaza no se ve, pero está siempre presente.
Los 17.015 incidentes registrados en el primer semestre de 2025 son una señal de alerta. Si no se refuerzan las medidas de prevención y respuesta, los ataques seguirán creciendo. La tecnología avanza rápido, pero los riesgos también. El país necesita políticas públicas más firmes, inversiones en seguridad digital y, sobre todo, una mayor conciencia ciudadana.
Porque en el mundo digital, la seguridad ya no es un lujo: es una necesidad.
Fuente de la info Subrayado
