Fanny Folgar: Belisa

Tenía el nombre de Belisa Crepusculario (…)
Su oficio era vender palabras (…)
A quien le comprara, ella le regalaba
una palabra secreta para espantar la melancolía (…)
Cada uno recibía la suya…
Isabel Allende

Cuando supe de la existencia de Belisa Crepusculario se encendió en mí una lucecita de curiosidad.
¿Y si ese personaje me podía ayudar con mis dudas y miedos?
Una vida entera tratando de no lastimar, de no ofender, de caer bien a los demás sin animarme a ser yo misma, muchas veces por miedo a ser dura o no agradar, siempre midiendo las palabras o callando injusticias por no ser desagradable o no encajar en una sociedad, a veces, demasiado hipócrita.
¿Y si Belisa me vendía lo que yo necesitaba escuchar?
No perdía nada con probar y surgió en mí una esperanza y una urgente necesidad de conocerla.
Al cabo de unos días tuve la oportunidad de visitar esa famosa feria donde ella vendía sus misteriosas letras y, por supuesto, no la perdí.
Encontrarla no fue difícil pues, por el gentío, me di cuenta de que debía ser ese el lugar donde ella se encontraba. Me puse en la fila para esperar mi turno y, al cabo de largo rato, nerviosa por cierto, me tocó a mí. Cuando quedé frente a Belisa, la miré sin poder pronunciar palabra. Todo lo pensado se esfumó y solo la miré. Ella sonriendo dulcemente me entregó las palabras. Le pagué y me fui repitiendo, aún sin entender aún el porqué de su “Sé auténtica”.

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