La columna de “El Teco”

Bergara en el país de las maravillas.

No habían pasado ni diez minutos de terminada la alocución del Presidente Lacalle Pou, cuando el contador Bergara cayó en un pozo, que a diferencia del de Alicia, la del “país de las maravillas”, este pozo era un pozo depresivo.

Tal era su contrariedad e inconformidad, con el discurso en la asamblea que no dejó pasar mucho tiempo, para lanzar a los micrófonos del informativo, toda una andanada de misiles verbales conteniendo un líquido de color sanguinoliento, por lo rojo, al que se le percibía claramente, un tufo similar a lo excretado por los genitales del zorrillo.

Don Bergara iba cayendo, no grácilmente, sino todo lo contrario, iba golpeándose sobre los lados y giraba sobre si mismo, de puños apretados y gesto adusto .

Si bien por la caída al pozo, podría ser semejante, al de Alicia, no lo fue , esta resultó más ruidosa y aparatosa.

Aparecieron en su caída mientras iba emitiendo unos chillidos y agitaba alas y cucos, personajes un tanto diferentes al del cuento original de Lewis Carroll,

Excretó, porque no se puede decir que expresó, un claro y nítido ¡Marset, Astesiano!. Y entre dientes murmuró, ¡Fernando volvé no me dejes solo!

¡Llamen al señor Oruga, al bebé cerdo, al búho!, ¡al cubanito!

¿Quién tiene los teléfonos de Valenti o el de Brenta?

¡Traigan al fabricante de palos para ruedas!

Ahí arrimó la cabeza, Andrade.

La reina de corazones no se pronunció, porque estaba muy dulce aún, viniendo de un recital de Ricky Martin en el ANTEL ARENA.

 Pero se escuchó otro lamento que fue conmovedor, se lo oyó fuerte y claro, tanto que hizo aplaudir cual foca, a los más perversos personajes , en su caída poco grácil, hacia el mundo del revés

¡Odio al conejo blanco!

Alguien dice, siempre hay alguien que deja un testimonio, que apareció un personaje, micrófono en mano, que tenía en el rostro, la cicatriz de una verruga extirpada, que lo consultó al pasar, cuál si fuera una de esas periodista militantes del seudo canal de la gente, ¿ porque tanto odio?

Y él le contestó,

¡porque es muy blanco!

¡Orgullosamente blanco!

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