La gran tentación de la humanidad decaída

[…] 8 Jesús le respondió: “Está escrito: Adorarás al Señor tu Dios, y sólo a Él servirás”.

El convertirse en el señor del mundo, poseer todos los bienes y todas las riquezas, aunque dejando de adorar al verdadero Dios: he aquí la tentación ante la cual no pocos sucumben, en nuestro estado de prueba; y, a veces, por precios mucho más bajos.

En la respuesta de Jesús, encontramos el divino ejemplo a seguir. Al reproducir el versículo 13 del capítulo 6 del Deuteronomio, hace un juramento de fidelidad al Padre: a no ser Él, nadie, ni nada, merece homenaje y mucho menos adoración.

Tentación de vanagloria

9 Lo llevó también a Jerusalén, lo colocó sobre el pináculo del Templo y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, lanza de aquí abajo; 10 porque está escrito que ‘Dios mandó a sus ángeles que te guarden, 11 y que te sostengan en sus manos, para no morder tu pie en ninguna piedra’”.

Es una paradoja imaginar al ángel caído de los Cielos transportando a su Creador por los aires. A esto se sometió nuestro Salvador, para beneficio de los que fueron expulsados del Paraíso.

Es digna de nota la sutileza diabólica en esta tentación, por el hecho de servirse de una citación de la Escritura para conferir mayor solidez a su argumentación.

Aprendió la lección del mismo Jesús, al recibir de Él su primera respuesta.

Gran espectáculo causaría su descenso sensacional, amparado por ángeles, en medio del patio del Templo. Y si esto sucediera, probado estaría para Satanás la filiación divina de Jesús, objetivo ansiosamente deseado por sus ardides. Ya no es la gula, ni la ambición, sino la vanagloria, que a tantos lleva al infierno, el instrumento usado por el demonio para tentar al Mesías.

12 Jesús le respondió: «También se ha dicho: ‘No tentarás al Señor tu Dios’”.

Una nueva confusión inflige Jesús al rebelado Satanás, también con palabras del Deuteronomio (6, 16). Colocarse en peligro grave, obligando a Dios a intervenir, es un pecado lleno de malicia.

13 Terminada toda esta especie de tentación, el demonio se retiró de Él hasta otra ocasión.

La mayoría de los autores es partidaria de sostener que, de hecho, el demonio continuaría en embestir contra Cristo, a lo largo de su vida pública, proponiéndole, a través de éstos o de aquellos, a aceptar la corona o a practicar milagros imprudentes.

Fue sólo en el Huerto, en el Pretorio y en el Calvario que él imaginó haber logrado realizar su sueño, todo hecho de gaudium phantasticum. ¡Sin embargo, allí, Cristo triunfó sobre los infiernos, el pecado y la muerte! ◊

Fuente: CLÁ DIAS EP, Mons. João Scongnamiglio. In“Lo inédito sobre los Evangelios” Vol. III Librería Editrice Vaticana.

Monseñor João S. Clá Dias, EP es fundador de los Heraldos del Evangelio.

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