El pasado domingo, la Capilla del Sauce celebró el sacramento del Bautismo, incorporando a nuevos fieles a la Iglesia
El domingo pasado, la Capilla del Sauce fue escenario de una emotiva celebración bautismal, donde varios catecúmenos fueron incorporados a la Iglesia a través del sacramento del Bautismo. Este rito, que simboliza la inmersión en la muerte y resurrección de Cristo, marca el nacimiento de una “nueva criatura” en la fe cristiana, según lo explica el Catecismo de la Iglesia Católica.
El Bautismo, también conocido como el “baño de regeneración y de renovación del Espíritu Santo”, no solo limpia el pecado, sino que ilumina el espíritu de los bautizados, convirtiéndolos en “hijos de la luz”. San Gregorio Nacianceno lo describe como uno de los dones más preciosos de Dios, una gracia que se concede incluso a los culpables, y que cubre, ilumina y protege a quienes lo reciben.
La ceremonia en la Capilla del Sauce fue un recordatorio vivo de la profunda transformación espiritual que el Bautismo ofrece, renovando la fe y fortaleciendo a la comunidad cristiana. Con alegría, los nuevos bautizados se unieron a la Iglesia, asumiendo su compromiso como “luz” para el mundo, reflejando la soberanía y la gracia de Dios en sus vidas.