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85 años de España, que vuelvan los pibes…
Vida vibrante, pasional, tumultuosa, de profundos altibajos deportivos y de los otros ha sido la del Expreso Rojo. Que nació allá por 1937, en la continuidad de un famoso equipo de aficionados, el Arrabal Amargo y se propuso desde el arranque no ser uno más. Misión difícil, porque el decano Peñarol en esos tiempos ganaba casi cuando se lo proponía y solo el Atlético Florida parecía capaz de tanto en tanto de plantarle cara en las canchas a ese casi monólogo aurinegro que se extendería hasta promediar el pasado siglo. Pero España supo aglutinar detrás de un nombre sensibilizante (porque la madre patria se desangraba ante el feroz acoso del franquismo apadrinado por el nazismo) y muchos encontraban en el deporte la posibilidad de apoyar el exilio de tantos emigrantes que se desparramaban por la solidaria América Latina. Lo concreto fue que España entro a terciar rápido ante aurinegros y albicelestes, impulsado por un barrio eminentemente futbolero, para irle dando razón a ese icónico trapo que proclama ser “el club más popular”. Pero con los años también vinieron épocas de marcados sinsabores, que hasta lo relegaron a aquella decadente y fugaz divisional C del fútbol lugareño. Una crisis de donde fue rescatado por el apoyo incondicional de su gente, excepcionales dirigentes como el doctor Álvaro Yanez y la fortuna de que en el club se formara Carlos de Lima, uno de los mejores jugadores de la Liga floridense en su historial.
Un estadio espectacular para la época y “la vieja sede” enclavada en el corazón del barrio original consolidaron el sentido de pertenencia y las divisionales juveniles fueron cantera inagotable, no sólo para el club, sino para varias instituciones del medio.
Por la lógica de ser un barrio humilde con multitudinaria presencia infantil, donde los niños nacen con una pelota como primer y casi exclusivo juguete, España se fue haciendo un lugar en el fútbol de los más pequeños y con enormes esfuerzos fue levantando su escenario aledaño al “Álvaro Yanez”, el que recuerda a una gran dirigente como Viviana Rodríguez. Luchando contra limitaciones económicas pero también afrontando los vándalos que tantas veces les han robado el tejido perimetral, las redes, pelotas y hasta los alimentos que los padres y dirigentes reúnen para que los niños del barrio además del fútbol compartan una merienda.
Tanta incomprensión a veces desalienta y seguramente ha sido una de las causas por las que el barrio con más y mejor dotados niños para el fútbol no haya tenido representación está temporada en OFIF, pero ya anda un grupo de padres trabajando para subsanar esa incongruencia y seguramente en el 2023 las rojas camisetas serán animadoras de primer nivel de la Liga. Que así sea.

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