Parece y sin parece, que la izquierda vernácula de nuestro bendito País, al decir del recordado periodista Julio Sánchez Padilla, la interna frenteamplista está de alquilar balcones.
Y como hace unos años yo le decía a mi hijo, mate mediante, la supuesta paz interna que mostraban hacia fuera, no era más que caos contenido y conveniente a sus planes, se mostraban, saludables y tan tiernos como Bambi, pero se odiaban como siempre fue, entre comunistas y emepepistas, pero evitaban trasladarlo, tragaban sapos y llegaban a pacíficos consensos.
Mientras blancos y colorados se destrozaban en las internas, el juego de los acomodos del FA se hacía con prudencia.
Pero hoy las cosas cambiaron y tanto es así que el benemérito señor presidente de FAPIT, bajo alerta roja climática y social tuvo que viajar de apuro a Los Cerrillos a explicarle a las fuerzas vivas de la zona que estaban con el termostato al tope, literalmente muy calientes, con el caso del siempre excitado dirigente, acusado de acosador de apellido Roncio, ex alcalde de la ciudad
Pero lo impactante o más removedor, es que al final del plenario FA, antes del viaje a Cerrillos, se declarara y confesara la alta conflictividad entre la militancia, por diferente tenor.
La cosa es clara, ahora si tienen interna y feroz, todos quieren un lugarcito ante el posible reparto de torta.
Y empezaron a aparecer las denuncias, los que no paga BPS de secretarios, las manoseos, acosos, denuncias varias qué salieron a la luz y vaya a saber cuantas denuncias quedan aún entre los pastos y con la nariz rota.
También queda claro que no hay que pedirle peras a Olmos
hay diecisiete denuncias en la vuelta.
Toda esta movida frenteamplista me hace acordar a las elecciones del club social “ El lagarto overo” de mi pueblo.
Un candidato ofrecía en su plataforma cambiar hasta el nombre del club, y aunque el no sabía inglés, un día escuchó el vocablo “zipper” y propuso entre otros cambios, para que se llamara así y darle un toque internacional
Sonaba a Zipper FC
Tal proposición hizo que por asociación lo llamaran “El bragueta” en asociación de cremallera
El pueblo era chico e infierno grande y el club tenía más dirigentes que jugadores, pero los primeros querían las ventajas que les daba ser presidente, vice o consejal.
Los contendientes se usaban todas las artimañas legales o no, para defenestrar al oponente y ganar un voto.
Generalmente las acusaciones oscilaban entre las opciones sexuales del candidato, a la poca honradez administrativa del otro.
Claro que no faltaron las acusación de abusadores, manos largas, acomodados, corruptos y burguses fascistas.
La elección resultó en empate, porque el problema real radica en la masa social que votaba.
Hay un dicho que dice que, por honor, ladrón apoya ladrón