Pbro. Dr. Gabriel González Merlano: Viva el interior

“En 1938 en un Congreso de Escritores, Juan José Morosoli, denunciando la marginación cultural del interior, decía: ‘Llamando a las cosas por su nombre tenemos que decir que Montevideo nos anuló siempre de la manera más terrible…’ y eso no ha cambiado demasiado. Se dirá que no es Montevideo, que son las dirigencias…. sí, pero estas cambian de signo político pero la centralización en la toma de decisiones, en la asignación de recursos, en la creación de infraestructuras y en las posibilidades de acceso real a las mismas sigue siendo tan absurda como absoluta. Y eso se da tanto en el campo de la cultura, como de la política, del desarrollo científico-tecnológico, del financiero, de rutas y puertos, de transporte y comunicaciones, etc.”.

Esta cita de un artículo del historiador duraznense y amigo, Oscar Padrón Fabre, además de pintar perfectamente la realidad dialéctica entre Montevideo e interior en Uruguay, contribuye a dar dimensión a lo sucedido este martes con el debate por la LUC. Lejos estamos de consideraciones de tipo político, más allá de congratularnos por las posibilidades de expresión de ideas que ofrece nuestra democracia. Otro tipo de análisis lo harán los entendidos.

Del mismo modo que no estoy en condiciones de opinar sobre el contenido del debate, tampoco quiero detenerme demasiado sobre su forma, la cual sinceramente no comparto, pero es la tónica de las discusiones actuales. Quizás sea lo máximo a lo que humanamente podemos aspirar en esta sociedad fragmentada en la que cada uno se encierra en su verdad –subjetiva-, imposibilitando un auténtico diálogo. Nadie renuncia a esta posesión, por lo cual se impone el deber de pontificar por turnos, sin oportunidad de un sano intercambio, en el que cediendo cada uno en algo se pueda manifestar la verdad –objetiva-, aquella que edifica a los oyentes y construye el bien común.

Pero más allá de las formas y los contenidos el hecho en sí de haber organizado desde el interior un evento de carácter nacional, es algo trascendente y digno de destacar. Porque, tomando prestadas una vez más las esclarecidas palabras del Lic. Padrón, “no deja de ser muy extraño y contradictorio que en un país donde tanto se ha teorizado y tanto se ha logrado en la lucha por los Derechos Humanos y las distintas formas de discriminación, no se tenga todavía conciencia que la forma de discriminación más arraigada y brutal que ha tenido siempre el país ha sido la geográfica, por la cual según en el lugar en que se nace se es ciudadano de primera, de tercera o cuarta… Las murallas mentales han sido siempre muy altas y no han permitido ver más allá de ellas”.

Por eso, nunca mejor manifestada esa expresión cargada de entusiasta orgullo que cerró la actividad: “Viva el interior”. 

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