Ruben Flores: La Colmena

Es un pueblito con muchas casitas blancas, techos de tejas rojas y balcones adornados con flores. Muy cerca corre mansamente un río de claras aguas, entre verdinosas piedras y lecho de rubias arenas. Más allá se extiende un inmenso bosque de árboles bajos, de madera dura y espinosos, muy espaciadamente puede verse alguno que sobresalga por su altura. En un claro de ese bosque, el leñador construyó su humilde vivienda; un ranchito con paredes de adobe y techo de paja brava. Había hecho, cerca de la entrada, un jardín con plantas olorosas y flores; y en el patio del fondo tenía plantados naranjos, limoneros y un laurel. Frecuentemente iba hasta el pueblo, donde vendía la leña que cortaba y dejaba secar, aprovechando para aprovisionarse de las cosas necesarias para su diario vivir. Disfrutaba de su trabajo, acompañado cada día del canto de los pájaros y del ruido de los animales del bosque. Un día, después de volver del pueblo, descubrió que muy cerca del rancho, en una rama de uno de aquellos ariscos árboles había una pequeña colmena casi escondida entre las hojas y las espinas, algunas de las cuales parecían crecer desde el interior mismo de ella. Cada día el leñador podía ver el ir y venir de las abejas colectando néctar para fabricar la miel, y cómo, de cuando en cuando, algunas salían fuera de la colmena y volaban alrededor de ella. A medida que pasaban las semanas la colmena se hacía más y más grande. El leñador adivinaba la dulzura que aquellos panales contenían, deseando apoderarse de esas mieles, pero para eso debía destruir la colmena, algo que se resistía a hacer. Un día volvía de uno de sus viajes al pueblo, cuando en dirección de su rancho divisó una densa humareda. Fue rápidamente, pero las llamas habían ya consumido su rancho y varios árboles alrededor. También la colmena. Y ocurrió que en el pueblo no vieron más al leñador. Algunos dicen que se abrazó a aquella hoguera; otros dicen que resignadamente se marchó muy lejos. Ha pasado el tiempo y nuevos árboles han crecido donde el leñador vivía; el laurel ha reverdecido y alberga una colmena; también parte del jardín ha renacido, muchas bellas rosas rojas se ven allí.

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