El 1 de enero, la Iglesia celebra la Solemnidad de Santa María Madre de Dios.
Nosotros debemos imaginar a Nuestra Señora impregnada, penetrada lo más posible de gracias místicas, sintiendo en el fondo del alma quien es Dios realmente, quien realmente es el Padre, quien es realmente el Espíritu Santo, quien realmente es el Hijo, que es Hijo de Ella.
Ella es Hija del Padre, Ella es Madre del Hijo, Ella es Esposa del Espíritu Santo. El relacionamiento de Ella con la Santísima Trinidad debía ser repleto, repleto, de gracias místicas.
Nos dice la teología que el mismo pensamiento que Dios tuvo desde toda la eternidad para la creación de Nuestro Señor Jesucristo Hombre y, por lo tanto, para la Encarnación del Verbo, en ese mismo pensamiento, sin ninguna separación, estaba contenido también el don especial de Nuestra Señora, que es el de la maternidad divina. De manera que María Santísima y Nuestro Señor Jesucristo Hombre-Dios, ocuparon en la mente divina, un mismo punto, un mismo lugar, sin separación. Es imposible separar la Madre del Hijo y el Hijo de la Madre.
La mejor forma de elogiar a Nuestra Señora es festejando al Niño Jesús, el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo; y la mejor forma de alabar a Jesús es glorificar y exaltar las cualidades de Nuestra Señora, de su Madre y nuestra también.
Comencemos pues, el año por medio de la intercesión gloriosa de Nuestra Señora. Y Ella derrama sus bendiciones de modo muy especial por el hecho que la Iglesia coloca, como apertura del año cronológico, esta fecha de alabanza hacia Ella. Ella valora muchísimo esta maternidad, mucho más de lo que podamos imaginar, las consideraciones que Ella debería hacer sobre esta maternidad a partir del momento en que Ella dijo: “Fiat mihi secundum verbum tuum”, a partir de ese momento, Ella se dio entera cuenta de lo que significaba ser la Madre de Dios.
Es por Ella que nosotros vamos a recibir el Salvador, es por Ella que vamos a recibir, en el fondo, esta filiación adoptiva, y vamos a dejar de ser esclavos y vamos a ser hijos. Ella, nos ama como si fuésemos hijos únicos de Ella y nos ama con un amor mayor del que si sumásemos todos los amores de todas las madres por un solo hijo de todas ellas, el amor que Nuestra Señora me tiene –a cada uno de nosotros- es mayor que esto.
Entonces, debo comprender que en la maternidad divina de Nuestra Señora también estoy contemplado yo, porque quien es Madre de la Cabeza, es Madre del Cuerpo, y yo hago parte de este Cuerpo, que es el Cuerpo Místico de Nuestro Señor Jesucristo, del cual Ella es Madre. Ella es la Madre.
Muy linda reflexión sobre la Virgen. Felicitaciones a Diario Cambios por publicarla. Les deseamos un Feliz Año Nuevo a todos, al Diario Cambios y a sus lectores.
Un comentario inédito y muy sobrenatural. Algo que necesita estos tiempos.
Que profunda reflexión sobre nuestra Madre Santísima, nos transmite La Paz y alegría de sabernos tan amados a pesar de nuestras miserias🙏
Muchas gracias, que palabras hermosas! Un bálsamo y aliciente para comenzar un nuevo año.
Como siempre, excelente artículo.
Feliz Año 2022 con Jesús, María y José para los lectores de Diario Cambios.
Gracias Padre Arturo por su deseos para los lectores de Diario Cambios. Se los retribuimos.