Ser catequista por mas de 30 años

En estas primeras líneas voy a comentarles algo que desde hace algún tiem- po me “quema” la cabeza. Se trata de una frase que no deja de inquietarme, porque de ser cierta, ya nada podrá ser igual. Es una que dice que “en el Cristianismo, el escán- dalo es la Encarnación”. Parece sencilla y pintoresca, ¿no?

Sin embargo, entenderla rep- resenta un antes y un después, luego de lo cual todas las co- sas deberán ser comprendi- das de una manera diferente. Hay muchas personas que hablan de Dios, de dios o de los dioses, y dicen creer en fig- uras que ocupan un espacio en la imaginación de la gente. En ese caso, Dios podría ser algo así como el personaje de un ciberjuego, creados por un programador de computado- ra, con una figura que se podría ver en la pantalla de la note- book, en el monitor, o en el vi- sor del celular, sabiendo que es una figura que en realidad no existe, porque no es real.

Hay otros que tienen una imag- inación un poco más corta o escasa y necesitan creer en un Dios que esté en cosas materi- ales, como las piedras, las plan- tas, la tierra o los extraterres- tres, sin darse cuenta que eso también es “una idea” que ocu- pa un lugar en la imaginación de las personas y nada más. En realidad, para ser católi- co debemos aceptar que Dios es una persona real, distinta a una figura en nuestro com- putador o imaginación, a una piedra, a un árbol, a la Madre Tierra o los extraterrestres, e incluso a nosotros mismos. Es bastante más sen- cillo que un ciberjuego.

Porque aceptamos que Dios, además de ser una persona distinta a nosotros, tomó forma humana, se encarnó en la his- toria del ser humano y desde entonces está entre nosotros. Cuando decimos que Dios se Encarnó, nos referimos a que además de existir como una Pres- encia real, “Dios se hizo hombre”. Hablamos de Cristo, de Je- sucristo, de Jesús, que es Dios hecho hombre. A partir de la Encarnación, quedó atrás aquello de un Dios lejano al ser humano. “El escándalo del Cristianismo es la Encarnación”, hemos dicho.

Y si eso es cierto, ya nada podrá ser igual. De eso tratan los Sacramentos, de los que hablaremos en una próx- ima entrega, si Dios así lo Quiere

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *