Daiana Castañares: Ploc, Ploc, Ploc

Se me vuelve a ir la vida, otra vez, como tantas veces. Pero esta vez la inseguridad me desgarra desde adentro, y duele, duele en las entrañas, duele en el corazón. El sonido incesante de lo efímero recorre mis muslos y se ahoga en la profundidad. Y el vacío transparente comienza a teñirse, de muerte, de miseria. Y lo inunda todo. Ploc, ploc, ploc. Rojo sobre rojo, sobre la blanca frialdad de la loza. Los sentimientos que me invaden repercuten en mi pecho, y es como si me clavaran un puñal y lo retorcieran dentro de mí. Y la cascada intermitente en mis ojos se mezcla con la incertidumbre, con la propia ignorancia. El futuro se escurre entre mis ropas, y estas también se tiñen de más desespero. Ni los intentos por mantenerme inmóvil evitan este descaro de la vida, de llevárselo todo, de quitarme la posibilidad, lo único que importa en esta vida. El mundo sigue girando, pero yo me detengo aquí, en este instante de inconmensurable soledad. El vacío me carcome, y me inunda, me estruja los huesos y me aprisiona. ¿Realmente se puede respirar así? Porque siento como si me faltara el aire. Me comprimo. De repente me empiezo a sentir pequeña, y mi esperanza se encoge en esta ironía, en este dolor de parir sin estar pariendo. Como si el dolor fuera menor por el poco tiempo transcurrido. Me encojo, me envuelvo en mis propios brazos cansados, que ya no pueden acunar ni sostener a alguien más. Apenas logran cubrirme a mí, pero ni así puedo consolarme. El mundo sigue girando, pero el rojo entre mis piernas continúa, y me pierdo en esta nimiedad, tan usual que, aunque corriente, me roba el universo entero.

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