Diócesis Florida: Beato Jacinto Vera, testigo de Jesucristo, hombre pacificador

Este sábado 6 de mayo, el arzobispo metropolitano de Brasilia, Cardenal Paulo Cezar Costa, presidió la santa misa con el rito de beatificación de Monseñor Jacinto Vera, primer obispo del Uruguay, en el Estadio Centenario de Montevideo.
Sebastián Sansón Ferrari – Vatican News

En el Beato Monseñor Jacinto Vera, primer obispo del Uruguay, contemplamos la belleza de una vida santa. Así lo sugirió el Cardenal Paulo Cezar Costa, arzobispo metropolitano de Brasilia y legado pontificio del Papa Francisco para la eucaristía con rito de beatificación de Vera, celebrada en la tarde de este sábado 6 de mayo en el Estadio Centenario de Montevideo. Entre los numerosos concelebrantes, se encontraban el Cardenal Daniel Sturla, Arzobispo de Montevideo; el Cardenal Mario Aurelio Poli, Arzobispo de Buenos Aires y Primado de la Argentina; Monseñor Gianfranco Gallone, Nuncio Apostólico en el Uruguay. El día lluvioso en la capital uruguaya no impidió que miles de personas se congregaran en la santa misa, llegando desde tempranas horas al punto del encuentro, donde se realizó una previa artística con canciones, actuaciones y otras performances.
Belleza de seguir a Jesús, belleza que unifica la vida
Hoy, con esta ceremonia, afirmamos que “Monseñor Jacinto Vera está en la casa del Padre, que desde allá nos mira, intercede por nosotros y nos inspira en nuestro caminar como Iglesia”, afirmó el Purpurado brasileño. La belleza que contemplamos es “la belleza de la Pascua de Cristo y de la Iglesia que se manifiestan con toda su fuerza salvífica”. “A quien tiene hambre, no se le ofrece una ideología, sino la presencia del amor de Cristo; a quien tiene sed de Dios, se le ofrece la Palabra y los sacramentos, a quien tiene sed de paz, se le ofrece aquel que es el príncipe de la Paz: Jesucristo”. ”El beato -prosiguió el Purpurado- nos irradia esta belleza y nos muestra que las realidades de esta vida no son lo último, sino lo penúltimo. Lo último de la vida humana es la casa del Padre, es Dios mismo. Jesús nos indicó en el Evangelio: “En la casa di mi Padre hay muchas moradas” (Jo 14, 2). Jesús quiere que donde Él está, estén también sus amigos”. Como observó Cezar Costa, “Él está en la casa del Padre los discípulos de Jesús deben estar con Él. El Beato nos testimonia la belleza de seguir a Jesús. Belleza que unifica nuestra vida, que nos permite tener una visión de la totalidad del proyecto y del designio de Dios. Que nos indica un camino de unidad en tiempos de fragmentación”. La secularización no debe asustarnos
Refiriéndose al Evangelio hodierno, el Cardenal puntualizó que Tomás hace el papel del hombre que perdió la referencia de Dios: Señor, nosotros no sabemos para donde vas. ¿Cómo podemos conocer el camino? “Tal vez sea esta -sugirió Cezar Costa- la experiencia del hombre moderno que perdió la referencia de Dios, que ya vive de las consecuencias de la fe, pero no vive la fe”.

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