Por Almudena Martínez-Bordiú
En la Audiencia General de este miércoles 10 de enero, el Papa Francisco instó a seguir el camino de la sobriedad y advirtió sobre el peligro de la gula, un vicio “que está acabando con el planeta”.
Desde el Aula Pablo VI del Vaticano, el Santo Padre continuó con su ciclo de catequesis sobre los “vicios y las virtudes” y reflexionó sobre el pecado de la gula.
El Papa Francisco recordó las bodas de Caná, donde Jesús realizó su primer milagro, revelando su simpatía “por las alegrías humanas: se preocupa de que la fiesta termine bien y regala a los novios una gran cantidad de buen vino buenísimo”.
En esta línea, destacó que el comportamiento de Jesús “suscita escándalo a algunos, porque no sólo es benévolo con los pecadores, sino que incluso come con ellos; y este gesto demostraba su voluntad de comulgar con personas a las que todos rechazaban”.
“Jesús afirma un nuevo principio: los invitados a la boda no pueden ayunar cuando el novio está con ellos. Jesús quiere que estemos alegres en su compañía; él es como el esposo de la Iglesia, pero también quiere que compartamos sus sufrimientos, que son también los sufrimientos de los pequeños y de los pobres”, precisó.
Asimismo, señaló que Jesús hace distinción entre los alimentos “puros e impuros”, al tiempo que explicó que no se trata del alimento en sí, sino de la relación que tenemos con ellos.
A modo de ejemplo, señaló que cuando una persona tiene una relación desordenada con la comida “come con prisa, queriendo saciarse pero nunca se sacia” y afirmó que es “esclavo de la comida”.
El Papa Francisco recordó también que Jesús valora la comida y también en sociedad, “donde se manifiestan muchos desequilibrios y muchas patologías”.
“Se come demasiado, o demasiado poco. A menudo se come en soledad. Se extienden los trastornos alimenticios: anorexia, bulimia, obesidad… Y la medicina y la psicología intentan atajar la mala relación con la comida. Una mala relación con la comida provoca todas estas enfermedades, todas”, lamentó el Pontífice.