Fernando Torres y su familia trabajan con dedicación para ofrecer miel de calidad a través de un proceso artesanal y cuidadoso
A pocos kilómetros de Sarandí Grande, por la Ruta 57, una planta apícola se ha consolidado como un referente en la producción de miel, gracias al compromiso y esfuerzo constante de Fernando Torres y su familia. Este emprendimiento nació como una tradición heredada de su padre y, con el paso del tiempo, fue creciendo hasta abastecer tanto el mercado interno como el de exportación.
Un día en la vida de un apicultor
En diálogo con el canal A+V, Fernando Torres contó cómo se desarrolla su rutina diaria durante la temporada de cosecha. “Salimos de madrugada. Para el mediodía llegamos a la sala, descargamos y por la tarde se procesa la miel”, relató. La recolección comienza en el campo, donde se extraen los cuadros operculados —es decir, aquellos panales sellados con una fina capa de cera que indica que la miel está lista para ser cosechada—. Una vez retiradas las abejas, los cuadros son colocados cuidadosamente en un tráiler, y se reponen con panales vacíos para que la colmena pueda seguir produciendo.
Del panal al envase, un proceso artesanal
En la planta apícola, el proceso continúa con el almacenamiento temporal de la miel en una antesala de acopio, donde se utiliza una desoperculadora para remover la capa de cera que cubre cada panal. Luego, los cuadros pasan a un extractor que, por medio de fuerza centrífuga, libera la miel contenida en los panales.
La miel extraída es dirigida a una fosa y, posteriormente, bombeada hacia tanques de decantación con capacidad para 300 kilos. Este paso es fundamental para separar impurezas y fragmentos de cera que quedan flotando en la superficie, mientras que la miel pura se deposita en el fondo. Finalmente, la miel decantada se envasa directamente en recipientes destinados para la exportación, sin ningún tipo de alteración ni aditivos.
Pasión y esfuerzo detrás de cada frasco
Fernando destacó que la apicultura es una actividad que demanda vocación y dedicación, especialmente durante los meses de verano, cuando el trabajo se intensifica. “Tenés que tener pasión, porque es un trabajo esforzado, pero si te gusta, lo hacés con gusto”, aseguró.
Este emprendimiento no solo representa una fuente de trabajo y desarrollo familiar, sino que también mantiene viva una tradición artesanal que aporta al reconocimiento nacional e internacional de la miel uruguaya.
Fuente: sarandi365