En una fecha cargada de simbolismo para Uruguay, se anuncia la elección del sucesor de Francisco: el cardenal agustino Robert Prevost. El 8 de mayo vuelve a ser un día marcado por la historia de la Iglesia y su lazo con Florida.
El humo blanco emergió este jueves 8 de mayo desde la chimenea de la Capilla Sixtina y se elevó sobre el cielo romano, marcando el final del Cónclave y el inicio de un nuevo capítulo para la Iglesia Católica. Los 133 cardenales electores alcanzaron un consenso en la segunda jornada del cónclave, confirmando así la elección del nuevo Papa.
La coincidencia no es menor: justo un 8 de mayo, en 1988, el Papa Juan Pablo II visitaba la ciudad de Florida, en una jornada inolvidable que dejó huellas profundas en la comunidad católica del país. Hoy, 37 años después, en la misma fecha, el Vaticano vuelve a ser protagonista de un anuncio que conmueve al mundo católico y revive aquella conexión espiritual.
El elegido es el cardenal Robert Francis Prevost Martínez, nacido en Chicago, de madre española y con una vasta trayectoria pastoral en Perú, donde vivió y sirvió durante casi dos décadas como misionero agustino. A sus 69 años, ha sido prefecto del Dicasterio para los Obispos desde 2023, uno de los organismos más influyentes del Vaticano, y desde donde acompañó estrechamente las decisiones estratégicas del Papa Francisco, quien lo promovió como figura clave de su pontificado.
Prevost ha combinado la vida académica —con estudios en matemáticas, teología y derecho canónico— con una profunda vocación pastoral. En Perú trabajó como prior, maestro de formación, profesor, vicario judicial y obispo, además de ocupar roles clave en las diócesis de Chiclayo y Callao. Su cercanía con el pueblo y su defensa de los valores sociales fueron ejes de su acción, en línea con la visión de una “Iglesia pobre y para los pobres” promovida por Francisco.
Durante la presentación de su nuevo rol, han vuelto a resonar sus palabras sobre la urgencia de actuar ante el cambio climático, la necesidad de estar cerca de los migrantes y el compromiso de la Iglesia con los más vulnerables. En temas de debate interno, Prevost ha defendido el respeto por el rol femenino en la Iglesia sin promover cambios abruptos como la ordenación de mujeres, argumentando que la solución a las desigualdades debe evitar caer en nuevas formas de clericalismo.
Con su elección, el Vaticano opta por una figura que representa continuidad y a la vez cercanía con los territorios donde la fe sigue viva a través de la misión. América Latina, África y Asia seguirán siendo parte fundamental del diálogo eclesial bajo este nuevo liderazgo.
Para Uruguay, y particularmente para Florida, el simbolismo es doble: la historia vuelve a mirar al 8 de mayo como un día de señales, fe y memoria. Aquel encuentro de Juan Pablo II con miles de uruguayos en el Prado de la Piedra Alta quedó en las fotos, en las crónicas y en el recuerdo vivo de quienes estuvieron allí. Hoy, la Iglesia universal escribe una nueva página, con un nuevo Papa, y Florida vuelve a mirar hacia Roma con emoción serena.
