En una oportunidad dictando un retiro, me tocó dar una charla muy importante, una de esas charlas en las que siento que mi fe se apoya, era la explicación de por qué Jesús tuvo que morir en la Cruz.
La explicación básicamente es que el hombre, al pecar, ofende a un Dios que es infinito. ¿Quién puede pagar una deuda infinita? Ni aunque hagamos todos los días sacrificios podríamos pagar esa ofensa, por eso viene alguien que si tiene la cualidad, vino la segunda persona de la Trinidad para hacer una ofrenda de semejante tamaño.
De paso deja ejemplo de perfección, muestra en carne propia cuanto Dios nos ama, instituye la Iglesia y un montón de cosas más. Muy motivado interiormente, voy explicando, con detalles, buscando que llegue el mensaje, a fin de lograr conversiones de corazón. Entonces observo a una persona que lagrimeaba, que escuchaba con atención, que asentía con la cabeza y pensé: “Muy bien, Dios la está ayudando y le llegó el mensaje”
Uno se alegra no por uno mismo, sino porque vemos las conversiones, y eso es el milagro más grande que Dios puede hacer.
Cuando termina la charla se acerca y me dice: “Gracias por tus palabras, no sabes cómo me llegaron al corazón, cuando dijiste que a Jesús lo dejaron solo, a mí me dejaron sola y no tengo marido, pero sé que Dios me va a ayudar”
¡Qué sorpresa me dio! ¡Había entendido poco de la charla a pesar de que le llegó hondo! Me quedé pensando muchas cosas, pero dentro de algunas de esas me daba cuenta de que Dios toca los corazones como él quiere. A veces hacemos planes, proyectos, fijamos metas y un montón de cosas, pero lo necesario, en este caso, no era saber por qué murió Dios, sino saber que a Dios también lo dejaron solo.
Esto me ha pasado muchas veces y es increíble realmente, ha logrado que muchas veces me abandone a la Gracia de Dios y que sea Él, el que haga las cosas y por mi parte cumplir con lo que me piden.
¿Qué tiene que ver esta historia con el título? Lo que pasa es que se rasca donde no pica, un error muy común y que tiene que ver con el discernimiento.
Como Iglesia nos enfocamos en muchas cosas, cosas que muchas veces son irrelevantes y además tenemos la particularidad que es la casa de la Patrona de una nación, la Virgen de los Treinta y Tres, hasta el Papa San Juan Pablo II vino por ella.
¿Nos abocamos realmente a lo que tenemos y que Dios nos pedirá cuentas? ¿Ponemos por encima otras actividades menos relevantes como talleres Bíblicos, reuniones, programas, entre otras cosas? ¿Las actividades que hoy se hacen, son las formas en las que el laico ha encontrado todo para mantenerse en la Iglesia y crecer en la fe y a su vez que entren nuevas personas?
La Iglesia Católica debe ser de las pocas instituciones o la única que tiene mil maneras de expresarse, con dos mil años de antigüedad, prueba irrefutable de que la maneja Dios, porque si fuera por los hombres, no duraría tanto y menos con tantas persecuciones a lo largo de los siglos.
El Papa Francisco en la pandemia adopto una manera muy interesante de dar misa, y es que antes de despedir a la gente, expone el Santísimo 10 minutos. En otras parroquias se expone y siempre hay confesión antes de misa, fundamental para estos tiempos. Otras parroquias acentúan los retiros espirituales y dan grandes manos a los laicos, que somos también importantes porque somos los únicos que llegamos a esos ambientes donde otros no llegan, donde podemos esparcir la fe.
Son formas nuevas, pero viejas como la misma Iglesia, que buscan ayudar a la fe de las comunidades y que aportan muchísimo al laico común y corriente.
Con estas pequeñas palabras buscamos construir, mostrar, ayudar, dar una mano, dar luces que muchas veces solo se ven y se sienten desde afuera.