Milba Perdomo: Chico de mi barrio

Chico de mi barrio, flores en el pelo y los pies descalzos
Chico de mi barrio con la cara sucia y el cabello largo
Cuéntame que al fin vamos a jugar a la libertad de poder amar
Liliana Maturano (Tormenta)
Chico de mi barrio, aunque hoy ya tengamos unos años más, cuando me enteré de que eras tú el que volvía nuevamente al barrio, latía mi corazón como un tambor en carnaval. Lo sentí repiquetear y los recuerdos salieron por los poros de mi piel.
Solo quiero decirte que aparecieron muchos de ellos: verte llegar en tu bicicleta y aquel primer beso que me robaste a la salida del colegio.
En esta carta de contestación y con mucha emoción, debo hacerte saber que no puedo volver el tiempo, pero por algo el destino, te ha traído tan cerca y vuelves.
Sé que llegaste a cuidar a tu madre que hoy te necesita, pero me alegré cuando dijiste que volviste solo como siempre lo has estado: “Solo ¿te has preguntado por qué?”
Por algo pasan las cosas y estás hoy cerca de mí aquel chico de cabello largo que me movió el piso en mi juventud. Después de tu viaje quedé sola, soñando con lo que vivimos.
Eso ya es una gran advertencia: debes saber que ahora no podré ceder, ni ir más allá. Estoy casada y ahora sí, más confundida que nunca.
Ahora sí comprendo cuando me dicen que estoy cuidando a un anciano y se me van los años. Pero esa persona es mi compañero al que no puedo abandonar. Él me dio una vida y me ofreció su amor y cariño incondicional para salvarme. Le agradezco lo que hizo por mí.
Hoy pregunto: ¿Qué nos ha de regalar la vida?
Recuerda que aquí, en este barrio, guardamos nuestro secreto como un tesoro, en nuestras adolescencias, y prometimos que juntos lo rescataríamos.
Solo vamos a dejar que nos lleve el viento, esa brisa que a los dos nos envuelva. Caminemos juntos con propuestas de positividad a nuestras vidas y poder reír en estas calles donde ya nos conocen desde siempre.
No te apresures. El tic tac del reloj comienza con un nuevo latido, marcará otra historia y nos avisará en su hora justa.
No puedo ser yo quien actúe mal, ahora en este trance tan inoportuno y él está muy enfermo. No puedo verlo en esa silla de ruedas, me lastima, siento que no le puede estar pasando eso tan doloroso. ¡Terrible enfermedad!
Pasa sus horas mirando por la ventana, su mirada fija en el infinito. Sin que se dé cuenta lo observo, es todo un valiente, un gran hombre, con sabiduría y experiencia.
Ayer me ha dicho muchas cosas que me pusieron a pensar: se siente peor cada día que pasa, que ya no suma, sino solo resta quitándole la vida, minuto a minuto; él lo sabe.
Me ha dicho cosas muy profundas y me ha amado, aunque sabe que yo le tuve gratitud y cariño y lo respeté, pero nunca logré amarlo y tiene un corazón de oro.
Es muy difícil esto para mí…
Pero llegaste tú, me has animado, me has hecho sentir mi corazón de nuevo.
Debe de ser el destino que marca cada paso de nuestro andar.
A veces me pregunto por qué te tuviste que ir cuando yo más te necesitaba. Eras mi refugio, chico de mi barrio, y cuantas veces te cantaba esta canción junto con mi cantante favorita Tormenta.
Hoy llevo a mi marido a pasear por nuestras calles y siento tristeza.
Así entre ruedas y olvido, voy callada solo canta mi corazón en este último camino del viaje de mi compañero que pidió unos minutos de respirar el aire fresco del pueblo, su cuna natal…y ahí voy, lo siento cada vez más lejos.
Hoy hay más que esperanzas de que te quedes en el barrio; ya es suficiente.
Pero quiero verte llegar a mi zaguán, con la misma sonrisa.
Vamos a esperar que el tiempo sea solo nuestro y el destino y Dios nos regalen el resto de los años, chico de mi barrio, flores en el pelo y los pies descalzos.
Sí te pienso querer y recuperar todo el tiempo perdido. Te amo y te amaré siempre.
Ayúdame a que estas calles del barrio sean algún día, nuestras para siempre, chico de mi barrio.
Te saluda, con un beso
Tu rubia, la de siempre

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