• 29 de septiembre de 2023

Nora García: Amores perros

Ago 24, 2023

Ya hace casi cuarenta años de aquella mañana de mayo en la facultad de Ciudad de México. Un sol radiante de primavera recorría la galería donde salíamos a conversar mientras esperábamos el comienzo de la siguiente asignatura. Se escuchaban los rumores de animadas conversaciones, y todo se parecía a cualquier otra mañana.
De pronto, el rumor de charlas y risas comenzó a ser solo telón de fondo para lo que parecía ser una discusión. Y esta se tornó tan intensa que el rumor fue apagándose hasta que toda nuestra atención se dirigió al lugar desde donde provenía la discusión, ahora muy fuerte y acalorada, luego violenta.
Ahora éramos cientos de personas que nos volvimos buscando de dónde provenía. Y allí estaba mi compañera de clase y un vaquero. Un hombre inmenso, con su sombrero inmenso, con manos inmensas, enfurecido, que la amenazaba mientras ella negaba con la cabeza.
Fue un instante, no atinamos a hacer nada, cuando vimos, incrédulos, como de un golpe ella caía al piso. Todos corrimos a socorrerla, mientras aquel hombre inmenso se acomodaba el inmenso sombrero y se alejaba sin que nadie se animara a encararlo.
Se hizo un enorme silencio, la ayudamos a pararse lentamente. El Decano se acercó trayendo un vaso de agua que bebió agradecida mientras se ordenaba la ropa y secaba las lágrimas.
Se ve que se dio cuenta que necesitábamos saber de qué se trataba porque se dirigió al Decano y dijo:
—Dejo la facultad, me voy con mi marido.
Y, en respuesta a nuestra cara de asombro, agregó:
—Si vino desde tan lejos a buscarme, es porque me quiere.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *