La visita de los Magos tuvo lugar después de la Presentación del Niño en el Templo (Lc. 2,38). Los Magos habían partido poco antes de que el ángel dijese a San José que tomase al Niño y a su Madre y fuese a Egipto (Mt. 2,13). Una vez que Herodes estuvo furioso por el fracaso en el regreso de los Magos, lo que deja fuera de toda duda que la presentación se debía realizar. Surge con ello una nueva dificultad: después de la presentación, la Sagrada Familia volvió a Galilea (Lc. 2,39). Se piensa que este retorno no fue inmediato. Lucas omite los incidentes de los Magos, la huida a Egipto, la matanza de los Inocentes y el retorno desde Egipto, y retoma la historia con la vuelta de la Sagrada Familia a Galilea. Nosotros preferimos interpretar las palabras de Lucas como indicando un retorno a Galilea inmediatamente después de la presentación. La estancia en Nazaret fue muy breve. Tiempo después la Sagrada Familia volvió probablemente a vivir a Belén. Entonces vinieron los Magos. Fue «en tiempos del rey Herodes» (Mt. 2,1), es decir, antes del 4 a.C. (A.U.C. 750), fecha probable de la muerte de Herodes en Jericó. Pues sabemos que Arquelao, hijo de Herodes, sucedió como etnarca a su padre en una parte del reino, y fue depuesto o en su noveno año (Flavio Josefo, Bel. Jud., II, VII, 3) o en el décimo (Josefo, Antiq., XVII, XVIII, 2), durante el consulado de Lépido y Arruncio (Dion Cassis, LV, 27), es decir, 6 d.C. Además, los Magos vinieron mientras el rey Herodes estaba en Jerusalén, no en Jericó, es decir, o al comienzo del 4 a.C. o al final del 5 a.C. Por último, eso fue probablemente un año, o un poco más de un año, después del nacimiento de Cristo.
Herodes había descifrado por los Magos el tiempo en que apareció la estrella. Considerando esto como el tiempo del nacimiento del Niño, mató a los varones de dos años o menos en Belén y sus alrededores. Algunos Padres concluyen de esta cruel matanza que los Magos llegaron a Jerusalén dos años después de la Navidad (San Epifanio, «Haer.», LI, 9; Juvenco, «Hist. Evang.», I, 259). Su conclusión tiene visos de probabilidad; aunque la matanza de los niños de dos años puede haberse debido a alguna otra razón, por ejemplo, al temor de Herodes de que los Magos le hubiesen engañado en lo que a la aparición de la estrella se refiere o que los Magos se hubiesen equivocado en la conexión de la aparición de la estrella con el nacimiento del Niño. Arte y arqueología favorecen nuestro punto de vista. Únicamente un monumento primitivo representa al Niño en el pesebre mientras los magos adoran; en otros Jesús permanece sobre las rodillas de María y bastante crecido
Desde Persia, de donde supuestamente vinieron los Magos, hasta Jerusalén había un trayecto de entre 1000 y 1200 millas. Tal distancia pudo haberles tomado entre tres y doce meses en camello. Además del tiempo del viaje, emplearon probablemente varias semanas de preparación. Los Magos pudieron haber llegado a Jerusalén un año o más después de la aparición de la estrella. San Agustín opina que la fecha de la Epifanía, el 6 de enero, prueba que los Magos llegaron a Belén trece días después de la Natividad, es decir, después del 25 de diciembre. Su argumento conforme a las fechas litúrgicas era incorrecto. Ninguna fecha litúrgica es, ciertamente, fecha histórica. En el siglo IV las Iglesias Orientales celebraban el 6 de enero como la Fiesta del Nacimiento de Cristo, la Adoración de los Magos y el Bautismo de Cristo, mientras que en Occidente el Nacimiento de Cristo era celebrado el 25 de diciembre. Esa fecha tardía de la Natividad fue introducida en la Iglesia de Antioquía en tiempos de San Juan Crisóstomo (P. G., XLIX, 351), y todavía más tarde en las Iglesias de Jerusalén y Alejandría.
Que los Magos pensaron que la estrella les dirigía es evidente por las palabras (eidomen gar autou ton astera) que emplea Mateo en 2,2. ¿Era realmente una estrella? Los racionalistas y los protestantes racionalistas, en sus esfuerzos por escapar a lo sobrenatural, elaboraron algunas hipótesis:
La palabra aster puede significar un cometa; la estrella de los Magos era un cometa. Pero no tenemos registro de ningún cometa como tal.
La estrella pudo haber sido la conjunción de Júpiter y Saturno (7 a.C.), o de Júpiter y Venus (6 a.C.).
Los Magos pudieron haber visto una stella nova, una estrella que aumenta de repente en tamaño y brillo y luego disminuye de nuevo.
Estas teorías fallan en explicar cómo «la estrella que habían visto en el oriente, estaba delante de ellos hasta que vino a pararse sobre el lugar donde estaba el Niño» (Mt. 2,9). La posición de una estrella fija en el cielo varía al menos un grado cada día. Ninguna estrella fija pudo moverse delante de los Magos hasta conducirles a Belén; ni ninguna estrella fija ni ningún cometa pudo haber desaparecido y aparecido ni tampoco pararse. La Estrella de Belén sólo pudo haber sido un fenómeno milagroso, como fue la columna de fuego que permaneció de noche en el campamento durante el Éxodo de Israel, o el «resplandor de Dios» que brilló en torno a los pastores (Lc. 2,9), o «la luz proveniente del cielo» que abatió a Saulo (Hch. 9,3).
La venida de los Magos causó gran conmoción en Jerusalén; todos, incluso el rey Herodes, escucharon su pregunta. Herodes y sus sacerdotes deberían haberse puesto contentos con las noticias, pero se entristecieron. Llama la atención que los sacerdotes mostrasen a los Magos el camino, pero no fueron ellos mismos. Los Magos siguieron la estrella unas 6 millas hacia el sur a Belén, «y entrando en la casa, encontraron al niño» . No hay razón para suponer, que el Niño aún estaba en el establo. Los Magos adoraron al Niño Dios, y le ofrecieron oro, incienso y mirra. Dar regalos obedecía a una costumbre oriental. La intención del oro es clara: el Niño era pobre. No conocemos la intención de los otros regalos. Los Magos probablemente no pretendían un significado simbólico. Los Padres han encontrado numerosos y variados significados simbólicos en los tres regalos; no está claro que alguno de estos significados sea inspirado. Hay certeza de que los Magos escucharon en sueños que no volviesen a Herodes y «volvieron a su país por otro camino». Ese camino pudo haber sido un camino por el Jordán, de tal manera que eludiese Jerusalén y Jericó
Extraído en partes de The Catholic Encyclopedia. Vol. 9.