Por Esequiel Ibarra: ¿Proyecto educativo o propaganda partidaria? El caso María Dolores

La propuesta presentada por el diputado Álvaro Rodríguez Hunter al Presidente de la República, que busca convertir la Estancia María Dolores en un polo educativo y productivo del agro nacional, necesita ser analizada con seriedad, más allá de los titulares o la retórica bienintencionada.

No estamos ante una política pública fruto de un proceso participativo o de una planificación técnica rigurosa. Estamos ante una idea lanzada con apuro, sin estudios de factibilidad, sin consultas a los actores locales, y sin coordinar con las instituciones que ya trabajan desde hace años en la formación agropecuaria en nuestra región.

Florida ya cuenta con una Escuela Agraria consolidada, y muy cerca, en Durazno, existe una sede de UTEC con orientación agroindustrial. Entonces, ¿cuál es el fundamento técnico para generar un nuevo centro, desde cero, en una estancia del Estado que debería usarse con criterio y planificación? ¿Se hizo un relevamiento de necesidades productivas? ¿Se consultó al INIA, al MGAP, a las gremiales de productores? Nada de eso figura en el anuncio.

Además, resulta llamativo que se proponga que la Intendencia de Florida participe en la administración de más de 4.000 hectáreas, cuando no ha demostrado capacidad de sostener ni siquiera el mantenimiento de las plazas donde juegan nuestras gurisas y gurises. ¿Tiene sentido delegar semejante responsabilidad a un gobierno departamental que no puede garantizar lo más básico? ¿O se trata simplemente de dar apariencia de gestión a un proyecto personalista?

La propuesta incluye iniciativas como un banco de forrajes, un campo de recría ganadero y un sistema de feedlot en convenio con un frigorífico. Todas ideas que pueden sonar interesantes, pero que exigen inversión, control, know-how técnico y, sobre todo, gobernanza transparente. ¿Quién y cómo se administrarán esos recursos? ¿Con qué presupuesto? ¿Con qué controles? Nada se dice.

Y lo más grave: este tipo de anuncios, cuando no están anclados en una verdadera política de Estado, terminan convertidos en elefantes blancos. Infraestructuras vacías, mantenidas a medias, que no resuelven los problemas para los que fueron creadas y que finalmente terminan siendo monumentos al autobombo político. La Estancia María Dolores no necesita ser convertida en una vidriera para aspiraciones personales o partidarias. Requiere un uso estratégico, articulado, y con respaldo técnico. Si realmente queremos oportunidades para nuestros jóvenes del interior, comencemos por potenciar lo que ya existe, por invertir donde ya hay experiencia acumulada, y por convocar a todos los actores del territorio para pensar soluciones viables y sostenibles.

Florida merece más que anuncios rimbombantes: merece planificación, diálogo y respeto.

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